El expresidente de Brasil, Lula da Silva, el protagonista del mayor escándalo de corrupción en América Latina vinculado con la constructora Odebrecht, agradeció a la naturaleza, para no poner en duda de que pudiera haber sido creado en un laboratorio chino, el aparecimiento de la pandemia del coronavirus en el mundo, un virus que ha cobrado la vida de más de 324 mil personas y deja hasta ahora más de cinco millones de contagios.
Según Lula, entre los aspectos positivos en la pandemia está que permitió demostrar la necesidad de la presencia del Estado en la economía y debilitó las teorías defendidas por los adherentes a la agenda del liberalismo económico, cuya principal tesis sería la prácticamente nula interferencia del Estado en la economía de una nación, según sus palabras.
“Cuando veo a esas personas que defienden la venta de todo lo que es público, que consideran que lo público no sirve para nada, pienso ‘menos mal que la naturaleza creó este monstruo llamado coronavirus’. (…) Es bueno que la naturaleza, en contra de la voluntad de la humanidad, haya creado este monstruo llamado coronavirus porque este monstruo está permitiendo a los ciegos ver que solo el Estado es capaz de dar soluciones a ciertas crisis. Esta crisis del coronavirus solo el Estado puede resolverla”, dijo el líder del Partido de los Trabajadores, el mayor de Brasil donde el coronavirus ha dejado 888 nuevas muertes y 19.951 casos confirmados en un solo día.
Con esas cifras, el total de muertos en ese país ascendía a 18.859, y la cantidad de casos positivos a 291.579. Así Brasil pasaba a consolidarse como el tercer país con más infectados en todo el mundo, solo detrás de Estados Unidos (1.548.646) y Rusia (308.705), según datos aportados por la Universidad Johns Hopkins.
Aunque Lula se disculpó en un video que puso a circular en redes sociales, tras las múltiples críticas recibidas, sus declaraciones ayudaron a mostrar el tamaño de su infamia. Hasta los virus que matan a cientos de miles son justificados y hasta bendecidos si se trata de defender un modelo de gobierno obsoleto que permitió el montaje de una trama de corrupción con sucursales en 12 países de América Latina. Para eso también hace falta el control absoluto de todas las instituciones del Estado, una tesis defendida por quienes se creyeron jefes de todas las Funciones del Estado.