El 31 de diciembre de 2019, cuando el mundo se preparaba para celebrar el inicio de un nuevo año, China notificó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre una misteriosa neumonía en Wuhan, de cerca de unos 11 millones de habitantes, que se suponía se habría originado en un mercado de mariscos de la ciudad, cerrado inmediatamente. En un inicio se informó de que había alrededor de 40 personas infectadas. ¿Una cifra suficiente para tocar las alertas en las puertas de la OMS?
Una semana más tarde, los investigadores descartaron que sea el virus Sars, la enfermedad respiratoria originada también en China en 2002 con un saldo de casi 800 muertos. Los científicos chinos identificaron un nuevo virus identificado como el 2019-nCoV y posteriormente Sars-Cov-2, que causaba fiebre, tos, dificultad respiratoria y podía evolucionar hacia una neumonía. Cuatro días más tarde, China anunciaba la primera muerte causada por el nuevo coronavirus. Un hombre de 61 años, que había estado de compras en el mercado de mariscos de Wuhan. Había muerto por neumonía.
El guión se iba construyendo solo, un virus que se habría originado en un mercado de mariscos; la primera víctima una persona de 61 años que hacía sus compras en un mercado de mariscos. Casi inmediatamente Tailandia y Japón notificaron casos de infecciones en personas que habían visitado el mismo mercado en Wuhan. Para el 20 de enero, tres personas habían muerto en China y más de 200 estaban infectadas. Ese día se divulgó que el virus podía ser transmitido directamente entre personas. El origen, los efectos y las consecuencias fueron identificados casi inmediatamente.
El 23 de enero, Wuhan fue puesto en cuarentena. Al día siguiente, cuando los pacientes infectados sumaban más de 830 y la cifra de muertos se había elevado a 26, el aislamiento se extendió a otras 13 ciudades. Unas 36 millones de personas fueron puestas en cuarentena. La OMS mantuvo el caso como algo concentrado en China. No había motivo alguno para declarar al coronavirus como una pandemia. Era demasiado pronto para declarar una emergencia de salud pública mundial, aseguró.
Corea del Sur, Estados Unidos, Nepal, Tailandia, Hong Kong, Singapur, Malasia y Taiwán comenzaron a reportar casos. Ese mismo 24 de enero, cuando Wuhan estaba en cuarentena, Francia confirmó tres casos del nuevo coronavirus dentro de sus fronteras. La enfermedad había llegado a Europa. China comenzó a suspender sus festividades y la OMS mutis por el foro. A finales de enero más de 50 millones de personas en 17 ciudades chinas quedaron en aislamiento obligatorio.
El 2 de febrero se confirmó la primera muerte por el coronavirus fuera de las fronteras de China, en Filipinas. Era un hombre de 44 años, oriundo de Wuhan y admitido en un hospital de Manila el 25 de enero. Japón, Francia, Hong Kong y Taiwán confirmaron nuevas muertes asociadas al mismo virus. Cinco días más tarde murió Li Wenliang, el médico que había tratado de advertir a las autoridades sobre la epidemia y la posibilidad de que el Covid-19 se saliera de control. Li había sido obligado a firmar un documento donde declaraba que sus advertencias eran infundadas.
Para el 9 de febrero, el número de muertes por Covid-19 en China había llegado a 811 y superado las 774 víctimas del brote del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (Sars), también causado por un coronavirus, entre 2002 y 2003. Ese mismo día, 34 brasileños y familiares repatriados de China llegaron a Brasil en dos aviones de la Fuerza Aérea Brasileña; viajaron con equipo de apoyo de 24 miembros, incluyendo médicos, diplomáticos, periodistas, además de la tripulación. Los pasajeros fueron puestos en cuarentena.
Italia fue el primer país europeo en seguir los pasos de China. Once ciudades del norte italiano fueron aisladas el 23 de febrero y sus autoridades hasta suspendieron el tradicional Carnaval de Venecia, antes de lo previsto, mientras el mundo seguía festejando al rey Momo En ese país, el 25 de febrero los casos de coronavirus crecieron exponencialmente en un solo día.
Al día siguiente, el nuevo coronavirus se había extendido a más de 40 países, con un registro de más de 2.700 muertos y 80 mil contagiados.. En la misma fecha, el Gobierno brasileño confirmó el primer caso en el país: un hombre de 61 años que viajó a Italia por trabajo. El primer caso que llegó a África también fue procedente de Italia. En una línea de tiempo se podría poner la ruta China-Italia-África-Brasil. Ese mismo día, un Donald Trump metido de lleno en su campaña electoral, minimizó la amenaza del coronavirus porque el riesgo de una epidemia en su país era muy bajo. Estados Unidos, aseguró, está muy preparado para hacer frente a la amenaza.
Solo el 28 de febrero, casi dos meses después de la notificación de China, la Organización Mundial de la Salud elevó la alerta de riesgo del coronavirus de alto a muy alto. La enfermedad había llegado a más de 50 naciones. Y solo el 11 de marzo, la OMS consideró que la propagación de la Covid-19 puede caracterizarse como una pandemia, porque el número de casos fuera de China se multiplicó por 13 y el de los países afectados se había triplicado en solo dos semanas.
Con esta cronología las dudas no hacen más que multiplicarse. ¿Desde cuando China conocía sobre el brote del nuevo virus? Si el promedio de contagio es de 2,5 personas por paciente infectado, ¿cuántos contagiados había en Wuhan el día en que Cina comunicó a la OMS sobre la extraña enfermedad? ¿Por qué la rapidez con la que se identificó el origen y sus causas? Los 40 infectados en el primer reporte a la OMS, ¿qué subregistro ocultaban? Las dudas sobre la OMS y China en el desencadenamiento de esta pandemia no van a parar hasta que exista una investigación con reputados científicos que identifiquen el caso cero. ¿Fue Li Wenliang, el médico que había tratado de advertir a las autoridades sobre la epidemia y la posibilidad de que el Covid-19 se saliera de control, el paciente cero?
Ante la presión de Europa y Estados Unidos, la OMS solicitó recién este viernes 1 de mayo a China, cuando Ecuador cumple 45 días de cuarentena, que le invite a participar en las investigaciones “sobre el origen animal del nuevo coronavirus, SARS-CoV-2”. No dice sobre el origen a secas, sino sobre el origen animal, como si los animales fueran los culpables de los males de la humanidad.