Si algo caracteriza a Donald Trump es saber dónde pinchar en momentos de crisis para evadir sus responsabilidades, como el caso del manejo de la emergencia sanitaria en Estados Unidos por el Covid-19, que hasta la fecha contabilizaba cerca de 26 mil muertos muertos y 609.407 casos positivos solo en ese país.
Esta vez sus dardos enfilaron contra la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuya actuación en esta crisis y la demora para declarar la pandemia, es cuestionada en diferentes foros, al igual que lo fue el papel de la Organización de las Naciones Unidos que en octubre de 2019 sentó a Venezuela en su máximo organismo de Derechos Humanos.
La OMS, sin duda, ha logrado un papel protagónico en crisis sanitarias como el Ébola, concentradas en continentes o países, cuando todas las naciones aportaban con su contingente humano y financiero, pero ahora su papel se ha limitado a entregar donaciones y ser el vocero oficial de lo que ocurre con la pandemia en el mundo. El coronavirus simplemente desbordó su capacidad operativa. Y es entendible si el presupuesto que maneja es de $4.000 millones anuales, de los cuales el 26,6% proviene de Estados Unidos.
La Salud, después de todo, ha sido una de las áreas más descuidadas en el Ecuador y en el mundo, al igual que la educación y la cultura que intentan dar un respiro al mundo en estos momentos de cuarentena.
Más allá de las declaraciones de Trump y su desesperado deseo de cambiar el foco de la crisis sanitaria hacia la OMS, en lugar de hacia su manejo de la crisis sanitaria en Estados Unidos que convirtió a Nueva York en un pueblo fantasma, está el debate sobre la capacidad operativa de la burocracia internacional.
Un debate y una reorganización de esos organismos que deberían resultar claves en una crisis como la actual, de carácter global. No como intentan hacer creer algunos seudo dirigentes políticos ecuatorianos, refugiados y asilados en otros países para evitar la justicia, que el apocalipsis por el coronavirus solo se vive en Ecuador. Ellos son parte de la otra pandemia sobre la que ha alertado hasta la ONU, la gran burocracia internacional, la de la desinformación y las fake news que tanto ha golpeado al Ecuador particularmente.
Y a la economía de la región que registrará en 2020 una aguda caída del 5,2% del PIB por efecto de las restricciones para contener el coronavirus. Brasil, la mayor economía de América Latina, tendrá una contracción de 5,3%; México de 6,6%; Argentina del 5,7%; Chile y Perú, del 4,5%, y Colombia del 2,4%. La caída del PIB en Ecuador sería del 6,3%.
¿Que pasará con la OMS sin el respaldo financiero de Estados Unidos? Tal vez nada, tal vez los países sigan con sus donaciones de Gobierno a Gobierno, mientras se piensa en cómo volver operativos organismos de esa importancia. Pasó en Rwanda, pasa ahora.