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La cuarentena y la sexualidad

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“No pasó ni una semana de iniciada la cuarentena, para evitar propagar el contagio del Covid-19 y en diversos países del mundo incluido el Ecuador comenzó a circular un texto por WhatsApp invitando a los solteros y divorciados, a aplaudir en sus balcones a determinada hora para ‘reconocer el esfuerzo que están haciendo los casados'”.

Lo escribe Teresa Borja, de la Universidad San Francisco de Quito, en DIALOGUEMOS. El mensaje de WhatsApp es solo uno de los tantos que ha circulado en redes sobre la sexualidad en la cuarentena obligada por la emergencia sanitaria que llevó al mundo a refugiarse en su casa. Un tema que se remonta a Noe y su arca, para sobrevivir los cuarenta días con sus noches del diluvio.

¿Cuál será la nueva normalidad en esas relaciones, luego de que se abran los juzgados que tramitan los divorcios?

Tal vez en muchos hogares una de las personas que decidieron vivir en pareja sueñen con abrir la ventana para enviar a un cuervo a buscar señales de tierra firme. Pero en otras no porque seguramente el encierro les ayudó a buscar sus sensibilidades, sus desencuentros, sus conversaciones que las llevaron a decidir convivir.

Muchas cosas cambiaron y cambiarán por el enemigo invisible que planea sobre el mundo. El enemigo que destruyó de la noche a la mañana los abrazos, las manos extendidas, los besos en las mejillas. Una literatura sobre lo que seguramente se está escribiendo o se escribirá. Como El amor en los tiempos de colera. Como las historias que a veces nos parecían absurdas.

Hay y habrá una nueva normalidad en el mundo en las relaciones de pareja después de la cuarentena del coronavirus, en las que no entra la violencia de género que es de por sí una aberración sobre la que deben trabajar los organismos de la justicia. Una nueva normalidad en que las parejas puedan sincerarse. ¿Cómo seremos cuando volvamos a reencontrarnos en una cafetería? Es una pregunta que por ahora no tiene respuesta. Sobre la que debe hablarse y abrir debates y foros, puertas adentro y puertas afuera. El enemigo invisible sembró el virus de la sospecha sobre todo.

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