Al menos noticias de matanzas, tiroteos y masacres no se había escuchado desde que comenzó la pandemia del coronavirus en la ciudad china de Wuhan y se extendió por el mundo en enero. O la rapidez con las que se propagaba el virus había opacado otras noticias. Pero ni el Estado Islámico, ni el ELN, ni la disidencia de las FARC ni los grupos terroristas de Al Qaeda ni los yihadistas daban señales de que seguían en sus actividades. El miedo al coronavirus también parecía haberlos metidos en cuarentena o puesto un alto a sus actividades.
En Estados Unidos parecía suficiente como el nuevo virus atacaba a Nueva York, como para que hubiera lugar a matanzas y menos con escuelas y colegios cerrados. Y no es para menos, la pandemia ha matado hasta ahora a a más de 164 mil personas en el mundo sin distinción de raza, credo religioso, nacionalidad sexo o posición socioecómica. La cifra de contagiado es de 2,3 millones de personas, según los datos de la Universidad Johns Hopkins. Casi la misma población que tiene Quito o Guayaquil.
Hasta que el fin de semana comenzó a salir la noticia a cuentagotas de una de las peores matanzas en la historia de Canadá. Una masacre que comenzó a última hora del sábado en la pequeña localidad de Portapique, a un centenar de kilómetros de la capital provincial Halifax, en la zona rural de Nueva Escocia, y que se extendió hasta el domingo, doce horas después, cuando la Policía halló muerto al autor de la matanza, un protesista de 51 años llamado Gabriel Wortman, de 51 años, que vestía un uniforme de la Real Policía Montada de Canadá, aunque las autoridades no han confirmado si trabajaba ahí.
La pandemia ha dejado al mundo con una sola preocupación, la de su supervivencia. Pero el terror no ha desaparecido, tal vez el miedo ahora está concentrado en un enemigo invisible. La inseguridad en el mundo tampoco ha desaparecido, los actores que la generan siguen actuando. ¿Cómo serpa todo después de la pandemia? Es una interrogante difícil de responder. Una prueba de ello es que en Ecuador, al menos según la Policía, los delitos con más crecimiento durante la cuarentena son los relacionados con el narcotráfico. Un dato que pudo tal vez pudo pasar desapercibido.