El barril de crudo WTI, de referencia del petróleo ecuatoriano, volvió a cotizar durante unas horas en positivo después de que el lunes perdiera el 305% de su valor, y entrase en negativo por primera vez de su historia. Con todo, el regreso a números verdes es demasiado débil y volátil como para considerarlo una tendencia asentada: tras repuntar, atención de nuevo, más de un 100% en los primeros compases de la jornada, iba perdiendo impulso con el paso de las horas.
Que los futuros del crudo estadounidense para entrega en mayo llegasen a cotizar el lunes en negativo quiere decir que quienes compraban un barril con entrega en mayo no solo no tenían que pagar nada sino que recibían dinero a cambio de quedárselo. El motivo: la saturación de los puntos de almacenamiento y la propia dinámica de una industria en la que cerrar un pozo petrolero y parar la producción es, muchas veces, más oneroso que seguir bombeando, reseña El País.
El desplome del lunes tiene que ver, además, con una dinámica propia del mercado: era la víspera de la jornada de vencimiento en el mercado de futuros del crudo de Chicago y quienes todavía tenían en su poder contratos de entrega en mayo trataron de deshacerse de ellos a marchas forzadas ante la incapacidad de poder guardarlo cuando se produjese su transferencia física.
El anuncio de que Estados Unidos comprará hasta 75 millones de barriles para llenar hasta los topes las reservas estratégicas contribuye a estabilizar mínimamente el mercado. Es, como ha reconocido el propio presidente estadounidense Donald Trump, la primera vez en mucho tiempo que el país norteamericano llenará al máximo sus depósitos en una acción que tiene un objetivo doble: por un lado retira de la circulación una cantidad importante y por otro se hace, a precios de derribo, con una cantidad ingente de crudo para hacer frente a potenciales disrupciones futuras de oferta.
El movimiento de Trump también debe ser leído, claro, en clave política, según El País: el coronavirus provocará, ya con total seguridad, que la economía llegue claramente en recesión a las elecciones de noviembre y el magnate sencillamente no puede permitirse una sangría de empleo en la potente industria petrolera texana, que descansa casi íntegramente en el fracking: una técnica que ha llevado al gigante norteamericano al cetro de primer productor mundial y que le ha permitido levantar la restricción histórica sobre las exportaciones, pero muy sensible a precios del petróleo por debajo de los 40 dólares.
Con el valor del crudo rozando el cero, sencillamente todas las empresas del sector operan a pérdidas. Y el presidente no quiere que una oleada de quiebras límite sus opciones en un Estado tradicionalmente republicano y clave para su reelección: es el tercero más grande de Estados Unidos y, por tanto, el tercero que más miembros del Colegio Electoral elige.
La orden de Trump de llenar las reservas estratégicas, en este momento, es la única opción posible para rebajar la presión sobre un mercado en el que, sencillamente, las piezas no encajan desde hace semanas.