En el mundo los casos de contagios registrados hasta el sábado ya superan los 640 mil. Los dos países más mortalmente afectados son hasta ahora España, con 5.800 víctimas mortales, e Italia, donde han muerto más de 10 mil. Estados Unidos sumó más de 21 mil nuevos casos de COVID-19 y 453 muertes en tan solo 24 horas. Es el país con más casos del virus del mundo. Nueva York tiene más de 52 mil casos de contagio y registra más de 720 fallecidos. Pero a nadie se le ha ocurrido culpar a los neoyorquinos de ser los responsables del aumento de casos. Tampoco lo es Guayaquil. Sus dinámicas de vida son diferentes.
El hecho de que en Guayas se presenten el 73 casos de la pandemia en Ecuador es absolutamente entendible. ¿Qué habría pasado si el caso cero procedente de España hubiera desembarcado en Quito o Cuenca? ¿Y qué habría pasado si ese caso cero hubiera asistido a una fiesta con 31 personas? Pues tal vez estaríamos hablando de que Pichincha y Azuay concentran el mayor número de casos comprobados. Porque es un virus desconocido, nuevo. Ninguna potencia del mundo, ni ningún sistema de salud del mundo se imaginó la magnitud de la tragedia, pese a que en 2015 Bill Gates advirtió que el mayor peligro para la humanidad no era una guerra nuclear, sino un pequeños virus que viaja a velocidades insospechadas. Lo hizo tras constatar la tragedia del ébola.
Es absurdo querer culpar a los habitantes de una ciudad, como se ha intentado en redes sociales -el mayor lastre de la sociedad por la propagación de las fake news-, del aumento de casos del COVID-19 en Ecuador. Los que dicen tener la fórmula mágica, con el tema de yo habría actuado de esta manera, mienten. Engañan a la sociedad.
El virus ha despertado lo peor de los seres humanos: el miedo, el egoísmo, la avaricia, el temor, la sospecha en el otro, pero también ha despertado la solidaridad, el respeto, las ganas de ayudar. Es imposible pedirle a una ciudad que cambie su dinámica comercial de la noche a la mañana, todo es parte de un proceso al que se irá sumando la gente, todos los ecuatorianos. Guayaquil no es la culpable de nada como se ha intentado insinuar en redes sociales. Guayaquil es parte de un país, de un sociedad que también trabaja para ayudar a detener la pandemia.