La Asamblea se lavó las manos en la investigación sobre lo ocurrido en las protestas de octubre de 2019 contra la eliminación del subsidio a los combustibles. La investigación resumida en 175 páginas, de lo que se desprende de las reseñas de la prensa nacional, no hace más que hacer un resumen de lo ocurrido sin profundizar en responsabilidad alguna, algo muy festejado por los partidarios del expresidente Rafael Correa, porque eso supondría una liberación de su responsabilidad en los hechos violentos que pretendían terminar en la consumación de un golpe de Estado para recuperar la gloria perdida del expresidente.
Tiempos de Navidad. Seamos amigos fue el mensaje de los políticos en la Asamblea, ya en carrera electoral, al reafirmar el respaldo del legislativo al régimen democrático y constitucional, así como a la vigencia del Estado de derecho y reivindicar el derecho a la protesta de todos los ciudadanos como legítima manifestación democrática.
¿Quién no aplaudiría semejante declaración? ¿Quién no aplaudiría el llamado a la reflexión a todos los actores políticos y sociales para que comprendan que solo el trabajo conjunto y coordinado permitirá solucionar los graves problemas que afronta el Ecuador? Todos, menos el correísmo que en diez años en el poder demostró su apego a la imposición, a la verticalidad, a la verdad única de su politburó o comité central del partido.
En la práctica, el rechazo de la Asamblea a los actos delictivos durante las protestas, independientemente de quién o quienes lo hubieren cometido y del sector o grupo social o político al que pertenezcan sus actores, no libra de culpa a nadie; no es una carta de inocencia o una boleta de libertad como pretenden asegurar quienes defienden la inocencia de la prefecta de Pichincha, gracias a sus vacaciones anticipadas, en esos hechos violentos.
No es una boleta de libertad para esas personas tampoco las medidas cautelares dictadas a su favor por la tan denostada Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Fue solo una bofetada de esa Comisión al ego y a la arrogancia del jefe de una bancada que fue a gritar en Argentina que él está detrás de todos los actos violentos en Ecuador porque un supuesto subordinado no siguió sus lineamientos que permitirían garantizar la impunidad de su equipo. El ego sin fondo. Les prometió el paraíso eterno y les entregó su infierno. Un infierno para pocos, porque muchos gozan todavía de sus viajes, de su vida de jeques…
Todo triunfo, por más ficticio que fuera, siempre será celebrado como un triunfo. Manual bastante básico.
La Asamblea hizo su papel en la investigación sobre lo ocurrido en las protestas de octubre. Lavarse las manos. Un papel elemental. Lo impresentable es que una de las conclusiones de ese informe aprobado haya sido asegurar que la causa de la protesta social está en la desigualdad entre ricos y pobres y luego invitar a los asambleístas a una cena navideña en el exclusivo restaurante Theatrum de Quito.