Quizás no se podía esperar más de lo que ha salido de la Cumbre del Clima de la ONU que se ha cerrado con más de un día y medio de retraso este domingo en Madrid. Los negociadores solo han podido acordar un débil llamamiento a los países a realizar esfuerzos más ambiciosos contra el cambio climático. Y han tenido que aplazar de nuevo el desarrollo del artículo del Acuerdo de París referido a los mercados de CO2 ante la imposibilidad de consensuar un texto.
Este asunto tendrá que intentar acordarse en la próxima cumbre, que se celebrará en Glasgow en noviembre de 2020. Prácticamente todos los delegados que han tomado la palabra en el plenario final de la cumbre han reconocido la “decepción” por ser incapaces de cerrar este punto de la negociación.
El multilateralismo se resquebraja allá donde se mire en el planeta y estas cumbres en las que negocian casi 200 países (que tienen que ponerse unánimemente de acuerdo) son precisamente el mayor ejemplo de multilateralismo. Pero, aunque fuera previsible por el contexto internacional tan complicado, el pobre resultado que se ha cerrado tras muchas horas de frustrantes negociaciones agranda la desconexión que existe ahora entre los Gobiernos del mundo y la ciencia respecto a la crisis climática y a la urgente necesidad de actuar.
En esta complicada cumbre, se tenían que sacar adelante fundamentalmente dos puntos: uno más político y otro más técnico. El político hace referencia a la necesidad de que los países firmantes del Acuerdo de París presenten planes más duros de recorte de las emisiones de gases de efecto invernadero porque los que hay ahora no son suficientes. Pero en esta cumbre solo se ha conseguido que 84 países se comprometan a presentar planes más duros en 2020, como ha pedido la ONU en varias ocasiones. Dentro de ese compromiso están Alemania, Francia, España y el Reino Unido. El problema es los que no están: EEUU, China, la India y Rusia (que juntos suman alrededor del 55% de las emisiones mundiales de efecto invernadero) no han dado señales durante esta cita de querer ser más ambiciosos.
La ONU ha advertido de que se deben multiplicar por cinco los esfuerzos globales previstos si se quiere que el incremento de la temperatura se quede por debajo de 1,5 grados respecto a los niveles preindustriales. Y por tres si se aspira a que ese incremento esté por debajo de los 2 grados (la otra meta que se establece en el Acuerdo de París). Los planes (que se conocen por las siglas en inglés NDC) que tienen ahora los países llevarán al menos a 3,2 grados de incremento, calcula la ONU.
Finalmente, en las declaraciones de la COP25 aprobadas por el plenario, se “alienta” a los países a “aprovechar la oportunidad en 2020” para mostrar la más alta ambición ante “la urgencia de abordar el cambio climático”. Y se resalta la “grave preocupación” por la “urgente necesidad” de solucionar la “brecha” que existe entre los planes previstos por los países y los recortes que se necesitan para cumplir el objetivo de París. Sin embargo, en las declaraciones finales no se hace un llamamiento explícito a los países a presentar NDC más duros en 2020 por la resistencia de los grandes países emisores.