La Conaie quedó en calidad de chantajista. Una organización cuyas propuestas se redujeron a clichés del expresidente Rafael Correa que ni él mismo hacía caso; hablaba con su parietal izquierdo, pero gobernaba con su parietal derecho. Basta mirar sus más de 14 reformas tributarias en diez años en el poder.
Sus argumentos sin sustento contra la ley de Crecimiento Económico finalmente archivada, con 70 votos de quienes aspiran a gobernar en el futuro, hacen de esa organización una fundamentada en el chantaje, en el poder de movilización que ha logrado levantar sobre todo el Movimiento Indígena y Campesino de Cotopaxi. Un poder económico más que de movilización. Sin propuestas, solo con amenazas. Advertencias.
Tras el acuerdo con el Gobierno para elaborar un nuevo decreto que reemplace al que derogaba los subsidios a los combustibles simplemente se levantó de la mesa y presentó un proyecto elaborado por Pablo Dávalos y otros connotados economistas del correísmo, en el que no hay propuestas más allá del más impuestos a los ricos, no a la explotación de los recursos naturales ni más minería, pero nada de levantar los subsidios a los combustibles que salen de la política hidrocarburífera precisamente, del petróleo que sostiene la economía.
La Conaie no quiere petróleo, pero sí los beneficios económicos que deja el hidrocarburo. Quiere subsidios, que quienes trabajan subsidien a los vulnerables en el discurso porque recursos les sobran para amedrentar en la práctica.
¿Cuál es su propuesta? Ninguna. Ni Evo Morales, a quien tanto extraña, ni Rafael Correa, a quien parece extrañar más, gobernó con sus propuestas. Un país acorralado por una organización que se dice democrática, desd su cosmovisión, claro, la que no entiende el mundo mestizo que debe levantarse todos los días a trabajar.
El archivo del proyecto de Ley de Crecimiento Económico no es un triunfo de la Conaie, es un punto para el correísmo.