Desde tiempos inmemoriales el rol de la mujer ha sido de gran importancia para la organización y el progreso social; por derecho propio ha conquistado un espacio destacado en prácticamente todas las épocas, lugares y ámbitos.
Pero con frecuencia su aporte se ha minimizado y hasta ocultado, sobre todo, por machismo, razones culturales y hasta políticas. Esta realidad va cambiando paulatinamente gracias a un activismo que intenta rescatar y visibilizar a la mujer aquilatando su condición humana.
Ecuador ha dado al mundo mujeres sin igual, entre otras, Manuela Sáenz Aizpuru, con quien, a decir verdad, la historia no debe ser mezquina ni injusta. Precisamente, con ocasión de haberse cumplido un año más de su fallecimiento este 23 de noviembre, es forzoso recordarla, saber más de ella, reconocerle sus atributos singulares y contribución a la independencia de Ecuador y de Perú.
La sociedad beatona de la época que vivió (1795-1856) en Bogotá, Quito y Lima no comulgó con la personalidad rebelde de Manuela Sáenz, la estigmatizó y redujo su vida al papel de amante del Libertador Simón Bolívar. Solo la búsqueda de la verdad a través de serios y comprometidos estudios podría traer al presente de manera fidedigna la valiosa figura de la “Libertadora del Libertador”.
Justamente en 2018, la socióloga y feminista peruana Linda Lema Tucker publicó el libro biográfico: Manuela Sáenz, la heroína olvidada, donde evidencia sus facetas de política, feminista, revolucionaria, estratega; subraya su contingente en la causa libertaria como enfermera, y hasta combatiente en la Batalla de Ayacucho (1824).
Seguramente otros estudios sacarán a luz información desconocida de Manuela y de otras mujeres que, a pulso y casi siempre con el viento en contra, conquistaron espacios distintivos en el tiempo.
La “Insepulta de Paita”, como la llamó Neruda en una elegía que le dedicara, debe ser recordada como verdadera heroína ecuatoriana, ejemplo para la identidad nacional.
Publicado originalmente en El Telégrafo