El objetivo del dinero electrónico, hoy billetera móvil a cargo de la banca y las cooperativas privadas, siempre fue bancarizar a casi el 60% de la población ecuatoriana que por X número de razones no puede acceder al sistema financiero privado. Las críticas de la banca privada al dinero electrónico, manejado exclusivamente por el Banco Central, era que se podría estar creando una moneda paralela que arriesgaría la dolarización.
Con la creación del dinero electrónico se ofreció una serie de incentivos para masificar no solo su uso sino el de todos los medios electrónicos de pago. Por ejemplo, el Servicio de Rentas Internas (SRI) devolvía en dinero electrónico, un punto del IVA pagado en transacciones con tarjeta de débito o crédito y dos puntos del IVA pagado en transacciones con dinero electrónico.
El objetivo del dinero electrónico fue buscar la inclusión financiera y aumentar la velocidad de circulación del dinero con un método sencillo. Una vez cerrado el proyecto del Banco Central, en 2017, en medio de fuertes críticas entre voceros del Banco Central y la banca privada, se suponía que el sistema financiero estaba listo para asumir el dinero electrónico de forma inmediata. Pasaron los meses y nada.
La Junta de la Política de Regulación Monetaria y Financiera finalmente acaba de aprobar el miércoles 14 de agosto las tarifas para el funcionamiento de las billeteras móviles, tanto de los bancos como de las cooperativas, bautizadas como Bimo y Bico, aplicaciones de bancos y cooperativas para realizar pagos a través del celular. ¿Aplicaciones en un mundo digital desbordado de aplicaciones?
La tarifa por cualquier tipo de transacción, así sea por treinta centavos, porque el fin último de este medio de pago es que yo pueda ir a la tienda de la esquina a comprar el pan de la mañana, fue fijado en nueve centavos. Es decir, por la compra del pan debo pagar más del 30 por ciento de comisión al banco que maneje mi cuenta.
Con el dinero electrónico manejado por el Banco Central había un tarifario desde los dos centavos, dependiendo del monto de la transacción y era asumido por quién ordenaba la transacción, sea farmacia, supermercado, empresas públicas, ahora se dispone que lo haga el usuario que hace la transferencia.
Y no solo eso. Quien tenga una cuenta de dinero electrónico deberá pagar 45 centavos si desea retirar ese dinero en un cajero o en la ventanilla de un banco, supuestamente para desincentivar el retiro de ese dinero. Si alguien quiere retirar un dólar deberá pagar casi el cincuenta por ciento de comisión. Tal vez el ejemplo sea extremo, pero el fin último del dinero electrónico es que con mi móvil pueda comprar un chicle, un cevichocho o un huevo y una libra de arroz en la tienda del barrio, si quiero.
¿Alguien en su sano juicio querrá abrir una Bimo o Bico con esas condiciones?, ¿el costo de la transacción para retirar dinero electrónico de mi cuenta no es como un impuesto a la salida de divisas local? ¿cómo incentivará eso el uso de ese medio electrónico de pago?, ¿qué pasará en las zonas rurales donde no hay acceso a las aplicaciones ni ventanillas para retirar una transferencia?, ¿para qué pagar con la billetera móvil una carrera de taxi si puedo pagar en efectivo y ahorrarme nueve centavos?
O no se ha explicado bien cómo funcionará la famosa billetera móvil o simplemente lo que se hará es sepultar un proyecto que debía apuntar a la bancarización de más del 50 por ciento de la población ecuatoriana. Y no se incentiva de ninguna manera el uso de medios electrónicos de pago cuando en muchos lugares todavía ponen un consumo mínimo hasta para pagar con una tarjeta de débito, por los costos de la intermediación, cuando se supone que una tarjeta de débito debería ser como llevar dinero en efectivo en la cartera.