El presidente Jair Bolsonaro insinuó que las ONG podrían haber provocado los incendios que afectan a la Amazonia y otras regiones de Brasil para “llamar la atención” contra su gobierno por haberles suspendido recursos. “Puede estar habiendo, sí, puede, no lo estoy afirmando, una acción criminal de esos ‘oenegeros’ para llamar la atención contra mi persona, contra el gobierno de Brasil. Esa es la guerra que estamos enfrentando”, dijo.
Bolsonaro no explicó en qué basaba sus sospechas, pero aseguró que esas organizaciones, que según él representan intereses extranjeros, “están sintiendo la falta de dinero”, después de que el gobierno suspendiera recursos que les eran asignados. “Sacamos dinero de las ONG. De las transferencias de fuera [para la protección de la Amazonia, el 40 % iba para ONG]. No tienen más. Acabamos también con las transferencias de órganos públicos [a las ONG]”, dijo.
“El fuego se prendió, parece, en lugares estratégicos (…) Ni ustedes tendrían condiciones de filmar todos los lugares donde hay fuego y mandarlas para fuera. Por lo que todo indica, fueron allí para filmar y prender fuego. Eso es lo que siento”, dijo.
En los casi ocho primeros meses del año se han producido casi un 84% más de incendios que en el mismo periodo de 2018, el ritmo más alto desde que el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) comenzó la medición en 2013.
En lo que va de año, Brasil ha sufrido 72.843 focos, más de la mitad de ellos en la región amazónica, según los datos del INPE, el ente que se encarga de monitorizar la deforestación de la zona selvática a través de imágenes de satélite y que ha sido objeto en las últimas semanas de las críticas de Bolsonaro.
El fuego avanza incluso en áreas de protección ambiental: solo esta semana se han registrado 68 incendios en territorios indígenas y zonas de conservación, la mayoría en la Amazonia. En el Estado de Mato Grosso, uno de los más golpeados por las llamas, los incendios aumentaron en un 205%. También en el periodo en el que que están prohibidos los fuegos que provocan los agricultores para limpiar los campos.
Mato Grosso vive del negocio agrícola y genera gran parte de la exportación de soja, maíz y algodón de Brasil. Allí se encuentran también los parques Chapada dos Guimarães —que ya ha perdido el 12% de su vegetación— y Serra de Ricardo Franco, en la frontera con Bolivia, un país que en las últimas jornadas también ha sido presa del fuego, que ha quemado medio millón de hectáreas.
Los incendios han obtenido repercusión internacional, principalmente, después de que el cielo de São Paulo, a 3.000 kilómetros de Amazonia, quedase oscurecido el lunes, aparentemente por el humo de los incendios que provenían del norte y el centro del gigante sudamericano. Las fotos de la Amazonia deforestada invadieron las redes sociales, lo que aumentó la presión sobre el Ejecutivo de Bolsonaro.
Parte de los focos en áreas protegidas son consecuencia de la deforestación, según un informe del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia (IPAM). Y muchas de esas zonas sufren, también, invasiones y arrendamientos de tierra fuera de la ley.
Los diez municipios de la Amazonia que más han ardido son también los más deforestados. Juntas, esas localidades suman el 37% de los incendios en lo que va de año y el 43% de la deforestación total registrada hasta julio.