Después de un fin de semana en el que se calcula que ingresaron unos 10.000, a alrededor de las 2.00 hora local (7.00 GMT), no quedaba ni un solo venezolano en los corredores enrejados que conectan las dos terminales.
El último millar ingresó en un tiempo récord de tres horas desde que les sellaron los pasaportes en el lado colombiano hasta que salieron por la terminal ecuatoriana con destino a la estación de autobuses de Tulcán y dirigirse desde allí a otros destinos en el país o, la mayoría, a Perú.
Fuentes policiales en la terminal dijeron a Efe que se autorizó el paso de todos aquellos que en sus pasaportes llevaban un sello de salida de Colombia con fecha del 25 de agosto, incluso aunque ya hubiera pasado la medianoche.
Las gestiones de los funcionarios del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) para agilizar los trámites fue crucial para que familias enteras cruzaran de un lado al otro al filo de la medianoche, en algunos casos a la carrera y con escenas de gran emoción por haber conseguido llegar a tiempo.
La decisión de exigir visa a los venezolanos la decidió el presidente Lenín Moreno, a finales del pasado julio, con el argumento de que era necesario regular la situación en un país donde se han radicado más de 300.000 migrantes estos dos últimos años.
Hasta ahora, los venezolanos podían presentar únicamente documentos de identidad como la cédula, el pasaporte y antecedentes penales.
El trámite del visado fue habilitado esta misma semana por la Cancillería ecuatoriana a través de sus consulados virtuales, y costará 50 dólares en gastos de gestión únicamente.
Un precio que causa cierta decepción entre los migrantes, entre otras razones porque conseguir ese dinero en Venezuela es muy difícil por la extrema situación de crisis que vive el país.
El efecto disuasorio de la visa se comenzó a sentir desde media tarde, cuando en el lado colombiano de la terminal la fila se redujo considerablemente.
Para primera hora de la noche, la terminal ya estaba casi completamente vacía, y solo en el lado ecuatoriano se prolongaba la espera.
En el bajo número de migrantes de última hora influyó también el cierre de una carretera, por reparaciones, entre las ciudades colombianas de Pasto e Ipiales, que conduce al puente de Rumichaca.
El puente permanece abierto las 24 horas del día y muchas familias que han pasado estos últimos días aún pernoctaban esta noche en la terminal ecuatoriana a la espera de la tramitación de documentos.
Por el momento se desconoce la cifra de venezolanos que han quedado del lado colombiano de la frontera y tenían intención de cruzar hacia suelo ecuatoriano.
Oficiales y personal de las agencias humanitarias desplegadas a ambos lados de la frontera indicaron que en los últimos días era patente la afluencia de familias enteras con hijos, algunas de hasta tres generaciones, que la medida adoptada por Ecuador, les decidió a dar el paso de llegar al país.