Julia Roberts develó a la revista Variety una curiosa historia ligada a esa trama que se volvió un clásico de la comedia romántica, Pretty Woman, estrenada hace 29 años. “Tengo una historia muy divertida que contar”, arrancó la actriz. “Hace muchísimos años hice una audición para una película llamada 3.000, que por si alguien no lo sabe, era el título del guion original de Pretty Woman. Pero aquella versión tenía un final bastante más duro”.
En los Estados Unidos aquel filme recaudó $178 millones y en la taquilla internacional la cifra ascendió a los $463 millones. Y cada vez que le preguntan por aquel papel, ella no puede dejar de sonreír. Pero esta vez confesó a la revista Variety que en un principio se negó a protagonizar la cinta porque el filme terminaba con el personaje de Richard Gere echando del coche al personaje de Julia y tirándole un fajo de billetes “por los servicios prestados”. Ella quedaba abandonada en un callejón.
“No tenía ningún interés en estar en una película como esa”, advirtió en la entrevista Julia. “Y eso que a mí si me dieron el papel. Pero resulta que el estudio que iba a producirla quebró y tres días después de que me dijeran que me habían seleccionado me quedé sin trabajo”, reseña Clarín.
Según Julia Roberts, antes de cerrar Disney les había comprado el guion y había pensado que qué demonios iba a hacer Disney con esa historia. “¿Animarla? En serio, aquella película era lo menos Disney que he leído nunca”.
Gary Marshall fue entonces el director que se interesó por el proyecto y Disney se lo concedió. “Es un ser humano genial, así que supongo que accedió a tener una reunión conmigo porque sabía que antes de que él llegara yo fui elegida para hacer ese papel durante tres días. No sólo me volvió a ofrecer la película, sino que habían cambiado también el guion hasta convertirlo en algo que realmente entraba en mi zona”.
Cuando el cineasta eligió a Roberts para que interpretara a una prostituta, su esposa, Barbara, trabajaba como enfermera en una clínica gratuita de Los Ángeles. La mujer ofrecía ayuda, entre otros pacientes, a mujeres que ejercían la prostitución. Y colaboró con la actriz para preparar el papel.
“Él me preguntó si Julia podría venir y hablar con algunas de las pacientes”, contó Barbara al portal estadounidense Page Six. “Recluté a dos mujeres jóvenes que venían regularmente a la clínica y les pagué $35 a cada una para que se reunieran con Julia. Regresé al trabajo y unos 20 minutos después, Julia gritó desde el final del pasillo: ‘Adiós, Barbara. Vamos a dar una vuelta. Volveremos más tarde’. Llamé a mi marido y le dije: ‘Tu estrella acaba de irse con un grupo de chicas y creo que se dirigían a Hollywood Boulevard. Estoy preocupada, ¿y si no vuelve?”.