Una enfermedad, que ataca la piel de los anfibios, está afectando a cientos de especies alrededor del mundo. La enfermedad, llamada quitridiomicosis y causada por el hongo Batrachochytrium dendrobatidis, está presente en más de 60 países, siendo América del Sur el continente más afectado.
Número de especies de anfibios afectos por la enfermedad en cada continente. La mayoría de las extinciones han ocurrido en América del Sur
El hongo quítrido probablemente tiene su origen en Asia, lugar donde las especies locales de anfibios parecen ser resistentes a la enfermedad. La cantidad sin precedentes de declinaciones, es decir, reducciones poblacionales drásticas en un lapso muy corto, llamaron la atención de investigadores de varios países.
Atelopus-aff.-longirostris. Foto: Lucas Bustamante/Tropical Herping
El resultado de ese trabajo, liderado por la Universidad Nacional de Australia, se publicó hace pocos días en la revista Science. El estudio -que contó con la colaboración de 41 expertos, concluyó que este hongo ha causado disminuciones poblacionales en no menos de 500 especies de anfibios y la extinción de 90 en los últimos 50 años. Esto hace que la quitridiomicosis sea la enfermedad que mayor pérdida de biodiversidad ha producido en la historia documentada del planeta.
El hongo (Batrachochytrium dendrobatidis) afecta la piel queratinizada de los anfibios, impidiendo la respiración, hidratación, osmoregulación y termorregulación, y, en muchas especies, produciendo la muerte de los individuos infectados. El estudio permitió obtener información actualizada sobre el impacto de la enfermedad a nivel global.
Atelopus bomolochos. Foto: Alejandro Arteaga/Tropical Herping
En el Ecuador, en donde este fenómeno inició a finales de la década de los 1980s, 17 especies de ranas harlequines (género Atelopus) y 3 especies de ucos (género Telmatobius) parecen estar extintos a causa del hongo quítrido. Las especies más afectadas son las andinas, pero también se observan patrones evolutivos, en donde las especies de los géneros Atelopus y Telmatobius parecen ser mucho más vulnerables a la enfermedad que el resto de anfibios.
No existe una solución sencilla para controlar esta enfermedad. La masificación de la movilidad, transporte y comercio humano multiplican las vías de dispersión de organismos que pueden resultar letales para las especies endémicas. Por esto, considero que los esfuerzos de conservación deben enfocarse en la investigación de las especies que, al parecer, son tolerantes a la enfermedad y, simultáneamente al manejo ex situ de especies vulnerables; en este último punto es ya hay iniciativas lideradas por el Centro Jambatu, el Zoo Bioparque Amaru y la Balsa de los Sapos. El fin último debe estar siempre ligado a la conservación a perpetuidad de cada una de las especies en sus ambientes naturales; por lo que debe también producirse un fortalecimiento y ampliación de las áreas protegidas, especialmente frente a las amenazas de expansión agropecuaria y minera.
Aquí la publicación de Science: