Un equipo internacional de astrónomos anunció que obtuvo la primera fotografía de un agujero negro supermasivo en el corazón de una galaxia muy lejana, con un diámetro de cuarenta mil millones de kilómetros, tres millones de veces más grande que el diámetro de la Tierra, ubicado a 500 trillones de kilómetros del planeta, en el corazón de la galaxia M87, en la constelación de Virgo.
Telescopio del Horizonte de Sucesos es el proyecto en el que participaron 200 científicos alrededor del mundo. Un programa financiado con 50 millones de dólares que busca responder una pregunta tan antigua como la de la historia de la humanidad: como se formó la materia. La misma pregunta planteada por el Gran Colisionador de Hadrones, la eterna interrogación sobre la naturaleza del espacio, del tiempo y la existencia de la humanidad.
La masa equivale a 6.500 millones de veces la masa del Sol con una luz más brillante que la de todos los miles de millones de otras estrellas de la galaxia combinadas. Los agujeros negros no son la nada desde la que se hizo la materia como supuso Edgar Allan Poe en su Eureka. Son enormes cantidades de materia concentrada muy densamente en un área pequeña que nada puede escapar de su campo gravitacional. El Aleph de Jorge Luis Borges, la puerta de entrada a miles de universos paralelos.
¿Qué significa tener la primera fotografía de un agujero negro? Puede significar muchas cosas en realidad. El impresionante desarrollo de la ciencia y de la Física Teórica y de la Física de las Partículas tan popularizada por series como The Big Bang Theory. Es la realidad pintada por Hollywood.
“Me propongo hablar del Universo físico, metafísico y matemático; material y espiritual; de su esencia, origen, creación; de su condición presente y de su destino”. El límite visible de ese universo cuya génesis y aniquilación se había propuesto revelar y explicar Edgar Allan Poe era el cielo. Las estrellas que miraba en las noches, mientras devoraba todo lo de Newton, Kepler, Laplace… Pero sus obsesiones solo fueron observadas y rescatadas por Baudelaire, Valéry o Auden.
Ese límite ahora parece tan pequeño. La ciencia camina a pasos agigantados, mientras aquí en la Tierra gobiernos como los de Nicolás Maduro intentan convertirse en diminutos y corrompidos agujeros negros que destruyen sin misterio. Pero sobreviven sin explicación alguna.