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Transformación productiva integrada: un desafío sistémico

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Una forma de tangibilizar en hechos reales el pensamiento y acción sistémica (PAS) es a través del impulso -al interior del tejido productivo nacional- de un transformación productiva integrada (TPI); la cual, como punto de partida, busca que las organizaciones productoras de bienes y/o servicios, independientemente de su tamaño -micro, pequeñas, medianas, grandes o actores de la economía popular y solidaria (EPS)-, logren desarrollar formas de producción sustentadas en el funcionamiento de encadenamientos productivos y comerciales en donde el accionar sinérgico sea el impulsor de la inversión, producción y generación de fuentes de trabajo que, sobre la base de la calidad, productividad e innovación, se conviertan en los aceleradores del posicionamiento de los bienes y/o servicios ecuatorianos en el mercado nacional y, sobre todo, en el internacional.

Contribuyendo, así -mediante el dinamismo exportador-, a la generación de divisas, tan necesarias para el fortalecimiento del modelo monetario de la dolarización que, para su sostenimiento en el largo plazo, requiere que, en la economía ecuatoriana, circulen dólares frescos provenientes, principalmente, de mayores exportaciones -sobre todo no petroleras- y/o de la intensificación de los flujos de inversión provenientes de agentes inversionistas extranjeros y/o de aquellos ecuatorianos que, en algún momento, decidieron sacar sus capitales fuera del territorio del Ecuador.

Ahora, claro, pensando en la adjetivación de integrada a la transformación productiva, será clave que, también, se generen interacciones con los otros actores interesados en el proceso transformador; por ejemplo, la academia juega un rol importante a la hora de transferir conocimientos orientados a dar soporte a la innovación empresarial a nivel de los procesos y/o de los bienes y/o servicios producidos. En el caso de estos últimos -los productos-, como parte de la acción innovadora, se fortalecerán gracias a la incorporación de elevadas dosis de diferenciación y creación de valor dirigida hacia los consumidores finales de los productos generados.

Otro actor importante para la TPI es el sector financiero público y privado del país a través de la oferta de productos financieros que se ajusten al perfil y a las reales necesidades de los potenciales usuarios que forman parte de los distintos sectores de actividad económica que integran el entramado productivo local y nacional. En este punto es clave el impulso de estudios sectoriales que den luces sobre la caracterización -por cada rama industrial- de los procesos de producción y comercialización que integran la realidad de cada sector productivo, pues, la actividad agrícola no es la misma a la manufacturera o la de servicios; incluso, por ejemplo, dentro de la manufactura, una realidad es la producción de textiles y otra es la de alimentos enlatados; en definitiva cada rama industrial tiene su propio perfil que deberá ser el gran referente a la hora de adecuar los productos financieros a unos espacios productivos que está determinados -en cuanto a su perfil- por los ciclos de producción, venta y recuperación del efectivo, más todos los condicionantes que inciden en el grado de intensidad de la competencia sectorial y en el poder de negociación de los proveedores y clientes típicos de los sectores de actividad económica a ser atendidos.

Complementando lo anterior -sobre la lógica sistémica de generar interrelaciones-, un punto relevante es el desarrollo de capacidades de infraestructura vial -responsabilidad de los gobiernos locales y del gobierno central- que permita dar soporte al impulso productivo de las empresas dedicadas a los diferentes sectores que integran el tejido productivo nacional; por citar un ejemplo, la disponibilidad de una excelente conectividad vial permitirá, por un lado, movilizar con facilidad los productos entre los diferentes territorios locales y los puertos y aeropuertos que poseen conexiones con destinos internacionales y, por otro, acelerar el crecimiento de actividades como las turísticas; en donde la disponibilidad y puesta en acción de un plan nacional turístico será la carta de navegación que dirija los esfuerzos públicos y/o privados pro potenciación de la flora, fauna, cultura, paisaje e infraestructura sectorial especializada -componentes clave de la atractividad turística de una nación-. A la infraestructura física -elemento tangible del desarrollo de una nación- hay que sumar el trabajo en los componentes que integran el marco institucional -leyes y reglamentos claros y permanentes; tramitología ética y eficiente; sistema de justicia ciego y equitativo; entre los más relevantes- que, al final, ayudará a fortalecer a una variable intangible clave llamada confianza.

 

Finalmente, en medio de la cuarta revolución industrial -denominada RI.4.0- será importante que la transformación productiva tenga como premisa clave el que los procesos productivos además de físicos, en la actualidad, tienden, también, a ser de carácter virtual; de ahí aparte del cambio cultural al interior del empresariado nacional resulta fundamental el aporte estatal en cuanto a fortalecer la conectividad digital, el aceleramiento de la velocidad del internet y la alfabetización tecnológica más un marco regulatorio que defina la reglas claras del juego del entorno productivo en donde muchas de las transacciones tienden a ser realizadas mediante el uso de canales de carácter electrónico. Sin estos requisitos, difícilmente, se podrá lograr una real mejora competitiva del Ecuador, en donde la inclusión -con enfoque multidimensional- sea la que guíe el funcionamiento de un sistema económico que, sobre todas las cosas, busque una mayor equidad social orientada a compartir de manera real la prosperidad que se vaya generando producto de la transformación productiva integrada del Ecuador.

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