Miguel Ángel “el Gordo” Martínez fue piloto, compañero de juergas y tesorero del Chapo Guzmán y aunque aseguró que nunca traicionó a su jefe, lo odia porque le mandó matar cuatro veces. Martínez hoy integra el programa de protección de testigos de Estados Unidos y colabora con la Fiscalía.
“Cuando estuve luchando contra mi extradición yo nunca mencioné al señor Guzmán, nunca le fallé, nunca le robé, nunca le traicioné, cuidé de toda su familia y lo único que recibí de él es cuatro atentados contra mi persona”, dijo en el juicio contra el Chapo Guzmán en Nueva York.
Los cuatro ataques que sufrió entre 1998 y 2001, fecha de su extradición a Estados Unidos, ocurrieron en dos prisiones mexicanas. En el primero, dijo Martínez, fue atacado por tres sicarios a puñaladas y con un bate. “Cuando entró a pegarme batazos, puse mi mano y el bate se quebró”, contó. Pero recibió siete cuchillazos y le perforaron un pulmón y el intestino.
Matínez terminó en el quirófano del hospital de la cárcel, y cuando se recuperó fue enviado a la misma celda con la misma gente. “Oía afilar los cuchillos toda la noche”, confesó. Tres meses después, le volvieron a dar cinco o seis puñaladas. Le perforaron otra vez un pulmón, y el páncreas.
Fue transferido entonces al Reclusorio Preventivo Sur, en Ciudad de México. Cuándo llegó, escuchó que los presos le preguntaban a gritos cuánto calzaba. “Querían quedarse con mis zapatos porque yo ya estaba muerto. Ya habían pagado para matarme”, explicó.
Martínez fue entonces encarcelado en aislamiento. Pero una noche, dijo que escuchó a una banda de mariachis que estaba fuera de la prisión tocar más de 20 veces, una vez tras otra y hasta como las tres de la mañana, una de las canciones preferidas del Chapo.
Era un corrido “que dice que vivas la vida intensamente, porque lo único que te llevas (cuando mueres) es un pedazo de tierra”. Dos horas después del fin de la música, en la mañana, un sicario consiguió llegar hasta la puerta de su celda, amenazó con una pistola al guardia que la cuidaba y finalmente le lanzó dos granadas. Martínez alcanzó a lanzarse hacia el baño y se salvó.
El abogado del Chapo, William Purpura, que dirigió su contra interrogatorio, intentó presentarlo como un mentiroso que odia a Guzmán y que por eso quiere verle tras las rejas de por vida. Purpura hurgó en declaraciones previas de Martínez a las autoridades, incluido en el juicio de 2006, para hallar contradicciones. Y encontró algunas.
Por ejemplo, en ese juicio dijo que nunca escuchó al Chapo ordenar asesinatos, y esta semana dijo que escuchó hablar al acusado de 15 a 20 asesinatos. “¿Usted mintió a este jurado porque lo odia?”, le preguntó Purpura. “Lo odio al señor Guzmán, sí”, respondió el testigo. Pero nunca admitió haber mentido.