No solo pusieron un Consejo de la Judicatura a su medida para que persiguiera jueces y fiscales que no siguieran las órdenes de Carondelet, también compraron los grilletes en un cuestionado proceso y defendieron la prisión preventiva para los opositores. Vendieron el discurso de que Ecuador tenía la mejor justicia del mundo y del universo entero con un aparato de propaganda tan gigante que recién el país se comienza a enterar sobre la magnitud del despilfarro. Los culpables eran culpables porque en una sabatina el líder mayor lo sentenciaba; los inocentes eran inocentes porque en otra sabatina el líder mayor lo sentenciaba.
La actuación de quienes rodeaban al expresidente Rafael Correa era como la de una secta, una comunidad cerrada, que promueve o aparenta promover fines de carácter espiritual, en la que los maestros ejercen un poder absoluto sobre los adeptos, según la definición que hace la Real Academia de la Lengua. Y ese carácter lo mantienen. El mismo guión que en su momento mantuvo el roldosismo con Abdalá Bucaram. Solo los nombres han cambiado. Pero la esencia es la misma. Un líder supremo y seguidores de una organización que toma carácter secreto para quienes no pertenecen a ella, sobre todo si son considerados alienantes o destructivas para el grupo.
Así se inventaron el buró y sus ramificaciones. Y una de las personas del círculo íntimo del expresidente Correa, del grupo que supuestamente transformó la justicia del país para convertirla en la mejor del mundo, fue Fernando Alvarado, quien ahora sin ninguna vergüenza anunció primero que se había sacado el grillete y que se había fugado del país. En menos de un año dejó de creer en la justicia que había ayudado a transformar con todo su aparato de propaganda. Sin ningún descaro ahora graba videos donde se jacta que gente del entorno de Carondelet le había ayudado a escapar. ¿Y si no fuera así?, ¿y si solo dijo eso para vengarse de quien no lo ayudó para que todas las investigaciones que lo involucran en peculado quedarán en nada?
Fernando Alvarado demostró a lo largo de diez años ser un personaje oscuro, que espiaba a todo el mundo. No lo dijo ningún opositor. Lo dijo el mismo Xavier Lasso, su compañero íntimo en el gabinete del expresidente, quien en una entrevista paralela a sus videos habló de cómo supuestamente intentó defender la objetividad de los medios públicos ante la perversidad de personajes como Alvarado (otro acto de cinismo), cuando se puso en el último piso del edificio de medios públicos para enviar el mensaje de que espiaba a todos.
Y ahora con todo el cinismo que le caracteriza, el mismo Alvarado envía videos grabados en YouTube para asegurar que sigue espiando. Que tiene topos dentro del gobierno, que no deseaba seguir como funcionario público, pero presentó al presidente Lenín Moreno todo un plan de comunicación para que el expresidente Correa pudiera volver al poder en el 2021. Lo dijo así de claro. El plan de comunicación que presentó, pese a que ya no deseaba seguir en la administración pública, era lograr que Correa volviera al poder. Lo dijo así.
Lo mismo que dijo Xavier Lasso: dijo tácitamente en una entrevista en los medios que mantiene el correísmo que se había mantenido en los medios públicos para sostener un espacio de comunicación de una secta llamada correísmo, pero como ya no podía hacerlo renunciaba, en otro acto de cinismo tan digno como el de la fuga de Alvarado, el autor de la selfie de una supuesta reconciliación. Todos acorralando a quien ahora insultan.