El diezmo es definido como el derecho del 10% del valor de ciertas mercaderías, especialmente el que se pagaba al rey en las antiguas monarquías, remozadas en estos tiempos contemporáneos de Netflix, como la gran sustituta de la novela negra tradicional, por proyectos dictatoriales como los que quedan en Venezuela y Nicaragua. Cuba ya ni siquiera vale la pena mencionarla.
Así se ha dado en llamar, diezmos, a los cobros indebidos hechos a los asesores de la Asamblea Nacional que entregaban a sus legisladores a cambio de mantener sus cargos públicos con salarios que se pagan con dinero del Presupuesto General del Estado ecuatoriano.
La primera denuncia de estos cobros indebidos fue presentada la semana anterior contra Tito Puanchir, de Pachakutik. Pero según Puanchir no era diezmo, sino $8.000 que pidió prestado a una mujer que considera su amiga. Otra fue presentada por Washington Añasco, quien acusó al legislador de Suma, Sebastián Palacios, de tráfico de influencias porque le habría pedido $30 mil a cambio de un cargo público. Palacios dijo que lo conoció en la campaña de 2017, que nunca recibió un centavo y nunca trabajaron juntos.
Pero la cereza del pastel la puso la asambleísta Karina Arteaga. Andrea Utreras, su exasesora, denunció en la Fiscalía que fue testigo de cómo se exigían pagos al movimiento Alianza Pais. “He presentado a Fiscalía la narración de los hechos de los que yo he sido testigo”. Según Utreras, en el despacho de Arteaga, entre cuatro asesores y asistentes entregan $400 como supuesto aporte voluntario para Alianza Pais, aparte de cubrir otros gastos como el almuerzo o la movilización de la parlamentaria.
A modo de respuesta, Karina Artega, sin ningún rubor en las mejillas, salió a reconocer la existencia de esos aportes. “Los aportes voluntarios, que pueden asumir cualquier compañero, son voluntarios, pero la responsabilidad que asumes dentro de esos compromisos, a lo mejor, era eso que les pedía, que fuéramos serios con cada uno de los compromisos que uno adquiere, así debemos ser. (…) Ni siquiera conozco la persona que llegaba (a recoger los aportes voluntarios) porque paso tan ocupada en mis tareas legislativas, que ese tipo de cosas no están en ninguna de las listas de mis prioridades en ningún espacio”.
Alianza País logró un triunfo histórico en 2013 porque captó 100 de los 137 puestos en el Legislativo, aparte de la reelección de Rafael Correa con Jorge Glas como su vicepresidente. Y con Gabriela Rivadeneira al frente de la Asamblea Nacional (2013-2017) parece que esa función del Estado pronto se convirtió en una máquina de hacer dinero, como en la serie de Netflix, La Casa de Papel. Tal vez por eso la tararea en una propaganda contra el gobierno.
Si eran 100 asambleístas y recogían $400 por despacho, eso significa que recolectaban $40 mil mensuales, por 12 meses del año dan un total de $480 mil y eso multiplicado por los cuatro años que permanecieron en la Asamblea aprobando lo que el Ejecutivo les enviaba, porque creían en el proyecto (no se sabe qué proyecto, pero proyecto al fin), dan un total de un millón novecientos veinte mil dólares, sin contra almuerzos y movilizaciones. El triple de los $600 mil del fondo que desapareció de las cuentas de ese partido cuando la dirección salió del ala correísta.
Entonces hasta se puede entender por qué el correísmo ha convertido en su nuevo himno un plagio mal hecho de Bella Ciao, parte del soundtrack de La Casa de Papel, el más grande robo a la Casa de la Moneda de España.
La asambleísta Karina Arteaga(AP), aclara que son aportes voluntarios los que exigían pagar a su ex colaboradora,Andrea Utreras, pero que no conoció a la persona que recogía, porque ella pasa ocupada. @eluniversocom pic.twitter.com/swU1py6tD8
— Vicente Ordóñez P. (@vicenteopi) 14 de septiembre de 2018
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