Y cuando la crisis humanitaria de Venezuela ha desbordado a los países de la región el gobierno de Nicolás Maduro sale con el chiste de que va a pedir indemnización a los países que acogieron a sus víctimas, los migrantes venezolanos que debieron huir de su propio país donde no veían ningún futuro gracias a un proyecto que es cualquier cosa llamado socialismo del siglo XXI, que los dejó sin alimentos, sin medicinas, sin servicios básicos con sacos de bolívares para salir a comprar huevos.
El chavismo ahora que no puede ocultar los resultados del desastre causado trata de culpar a otros con un plan de retorno que más parece chiste: envía a grupos de sus militantes a mezclarse entre las personas que huyen de ese infierno y luego organiza el sainete del regreso. Ese gobierno ha perdido toda credibilidad. Ha jugado con la dignidad de sus ciudadanos. ¿Cuántas víctimas van por las protestas?, ¿cuántos presos políticos hay ahí?, ¿cuántos venezolanos tienen que sobrevivir en las calles de otros países?
Maduro parece una caricatura de sí mismo con su plan Vuelta Patria, con su discurso de que los venezolanos que huyeron de su país fueron estafados para las oligarquías de los países que los acogieron. Ese discurso solo revela que va quedándose cada día más solo. Las denuncias de la dictadura chavista se multiplica en todos los foros internacionales, al igual que la alianza de muchos funcionarios con el narcotráfico.
La embajadora de Estados Unidos ante la ONU denunció en ese foro los nexos de Diosdado Cabello con los turbios negocios del narcotráfico, el segundo hombre más poderoso de Venezuela. Nadie ha intentado montar el expediente de una crisis humanitaria, como argumentó el chavismo. Son ellos los responsables de una crisis humanitaria sin precedentes en la región. Ni los 50 años de guerra en Colombia debió haber expulsado a tanta gente por falta de lo más elemental para sobrevivir. Se comieron toda sus agroindustria.
Maduro sabe que tiene los días contados y sabe que tanto él como todos sus cómplices tendrán que pagar por tanto sufrimiento causado, por tanta violencia generada, por tanto cinismo. Maduro y los suyos se van quedando solos, porque sus petrodólares ya no alcanzan. Y todos están identificados por los organismos antidrogas.
En una carta de respuesta al presidente del gobierno español Pedro Sánchez. que habló sobre que los venezolanos deberían sentarse a dialogar, Miguel Henrique Otero fue muy claro: “Lo de Venezuela es una enorme crisis humanitaria y de violación sistemática de los derechos humanos a cargo de un tiránico narcopoder, donde los más pobres mueren a diario de hambre y de las enfermedades más básicas, porque no hay medicamentos, no hay insumos hospitalarios y, cada vez con mayor frecuencia, ni siquiera hay médicos ni paramédicos, porque miles y miles de esos profesionales han huido del país”.
Al único que Venezuela va a pedir una indemnización incuantificable es al propio Maduro por haber destruido ese país y llevar a millones a la miseria y al éxodo.