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Los 13 Jabalíes Salvajes son devueltos a sus casas en Tailandia

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Los 12 chicos y su entrenador del equipo de fútbol los Jabalíes Salvajes, rescatados tras pasar más de dos semanas atrapados en una cueva del norte de Tailandia, recibieron este miércoles el alta en el hospital de Prachanukroh de Chiang Rai y, apenas salieron, le hablaron al mundo durante 45 minutos en una conferencia de prensa transmitida por la TV local.

Ake, el entrenador, de 25 años, fue el primero en hablar. “¿Cómo fue cuando vieron a los buzos británicos?”, fue la primera pregunta de la prensa. Ellos hasta entonces habían pasado nueve días a oscuras y sin comida. Dul, el único de los chicos que sabe inglés, dijo que escucharon a alguien hablando y, “sin poder creer que hubiera alguien allí”. Mick, que tenía una linterna, se acercó a los buceadores británicos.

 

“Cuando uno de ellos emergió, le dije ‘Hola'”, dijo Dul. Y todos aseguraron que se sorprendieron de que el buzo no fuera tailandés. “Este fue un momento milagroso”. Cuando les comunicaron a los dos buzos británicos que los 13 estaban a salvo en la cueva, uno de ellos exclamó: “¡Brillante!”. El entrenador Ake le pidió a Dul que tradujera lo que los buzos británicos estaban diciendo. Y recuerda que Dul instó a sus amigos a ser pacientes.

El chico recuerda haberle dicho a los buzos que habían estado en la cueva durante 10 días. Sus cerebros eran muy lentos en ese momento, aseguró. Sobre a por qué entraron a la cueva, el entrenador dijo que fue acordado entre todos. “Nunca habíamos estado en la cueva -dijo-. No entramos por el cumpleaños de Nite. Vimos entrar agua en la cueva y quisimos salir. Sabíamos que estábamos atrapados en nuestro camino de regreso. Tuvimos que nadar. Todos podemos nadar. No era cierto que no sabíamos nadar, después del fútbol hacemos actividades de natación”.

Pero no se dieron cuenta de cuán lejos estaban de la boca de la cueva. El entrenador recordó que uno de los chicos gritó y preguntó si estaban perdidos, a lo que Ake le respondió que no y que iban a poder salir con cuerdas.

“¿En qué pensaron cuando tenían hambre?” Según uno de los chicos, “en arroz frito”. Los días que pasaron solos escuchaban el agua que se elevaba hacia ellos. “Subió casi 3 metros. No podíamos escuchar la lluvia afuera”.

Los chicos tailandeses cavaron con piedras en busca de una salida de la cueva. “Nos turnábamos”, aseguró Ake. Habían avanzado tres o cuatro metros en busca de una salida de la gruta. “Bebimos el agua que caía de las rocas”, explicó Pornchai Khamluan, de 15 años.

Sobre el rescate, Ake aclaró que nadie compitió por salir primero y bromeó con que los que vivían más lejos de la cueva fueron elegidos primero. “Los chicos eran considerados igual de fuertes”, dijo un médico. Todo se redujo a quién fue el primer voluntario.

Una de las últimas pregunta fue la más difícil: “¿Harán un tributo con monjes para Kunan, el buzo que murió durante el rescate?”. Ake confirmó que ese es el plan y se sienten “responsables por su muerte, por la pérdida de esa familia”. En ese momento, un retrato del ex miembro de la Marina, de 38 años, que se presentó voluntariamente para participar del operativo, fue llevado hasta el escenario.

“Le agradecemos desde el fondo de nuestro corazón”, dijo el más joven de los chicos. Y todos levantaron las manos ante la consulta de si a futuro formarían parte del cuerpo de élite de la Marina tailandesa.

Este fue el primer contacto del grupo con los medios luego del alta médica. Estaban internados por infecciones respiratorias menores en el hospital de Chiang Rai desde que fueron rescatados, en tres tandas, entre el 8 y el 10 de julio.

No fue una conferencia de prensa usual. El departamento de relaciones públicas de la provincia de Chiang Rai pidió ver las preguntas con antelación y luego se las enviaron a psiquiatras para que las revisaran. El programa de televisión en el que se grabaron las respuestas de los chicos, llamado “Enviando a los Jabalíes Salvajes a casa”, se emitió en las principales cadenas de TV.

El gobierno de ese país consideró que el grupo debía volver lo antes posible a su vida normal y que, de ahora en más, eviten convertirse en el centro de los medios de comunicación.

Los chicos, de entre 11 y 16 años, y el entrenador, de 25, recuperaron los entre 2 y 3 kilos de peso que habían perdido mientras estuvieron atrapados en la cueva de Tham Luang, donde entraron el 23 de junio tras completar un entrenamiento de fútbol. Una súbita tormenta inundó el camino de salida de la gruta y no pudieron salir.

Los equipos de búsqueda y rescate, en los que participaron más de mil personas, los sedaron y transportaron en camillas y bajo el agua en los tramos inundados hasta la boca de salida de la caverna.

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