La noticia fue confirmada cuando todo el mundo lo sabía. Un secreto a voces entre los pasillos del mundo deportivo. La noticia se supo luego de que Hernán Darío Gómez escribiera una sentida carta de despedida de Panamá, selección con la que pudo clasificar a un Mundial, pero sin llegar a más allá como lo ocurrido con Ecuador en Alemania. La noticia fue confirmada luego de una intensa campaña en redes sociales como si el país ya estuviera clasificado para el Mundial de Qatar. en la que, de paso, se echa la culpa a la hinchada por la no clasificación al Mundial de Rusia.
“Soñamos con jugar en Rusia, con nuestro cuarto mundial y con pasar por primera vez a cuartos de final, pero fuimos un país dividido que se dedicó a criticar y no alentar”, dice la publicidad de un sponsor aprobada por la FEF, se supone, porque está en su portal web. La culpa fue de la hinchada, no de la dirigencia, ni de los jugadores ni de su cuerpo técnico que decidió permanecer hasta el final para no perder los beneficios de su contrato.
Y la confirmación también fue a cuentagotas, como si se tratara de una sorpresa. Tras la sesión de la FEF, su titular, Carlos Villacís, dijo que el “Directorio ya autorizó que se hable con el técnico que se consideró que deba contratarse para el período de las eliminatorias que vienen”.
Como todo en la década pasada las decisiones se tomaron en secreto. Si las negociaciones recién se autorizaron por qué afuera del país fue vox populi el regreso de Bolillo Gómez a la selección de Ecuador?, ¿cuál fue la larga lista de nombres analizado en el Directorio?, ¿cuáles son las cláusulas con las que volvería el DT a dirigir al seleccionado ecuatoriano y en qué condiciones?
Gustavo Quinteros terminó en la práctica echando la culpa a los juicios abiertos por el FIFAGate, que llevó a una cómoda cárcel al extitular de la FEF, Luis Chiriboga, del fracaso de la selección en la Copa América primero y en el tramo final de las últimas eliminatorias mundialistas después. Jugadores que se creían ejemplo de superación terminaron involucrados en escándalos de escapes a prostíbulos en plena concentración.
En ese ambiente, ¿la FEF puede comprometer al país con un DT a las puertas de una nueva eliminatoria y, sobre todo, a las puertas de unas nuevas elecciones para el cambio de su directiva?, ¿quién asumirá el costo de las cláusulas de una eventual rescisión unilateral del contrato como ocurrió con Gustavo Quinteros en Ecuador o como pasó con Sampaoli en Argentina?
La opacidad no le hace bien al país y hubo mucha opacidad en torno a la contratación del nuevo DT de la Tri, uno de los referentes del país, por lo que tal vez sea necesario un giro de timón urgente, pero entre los directivos del fútbol ecuatoriano. El Bolillo Gómez tuvo su momento en el país y nadie lo puede desconocer, pero ¿es posible obtener diferentes resultados con los mismos métodos?