Fueron casi 20 horas de horror las que vivieron cerca de 200 estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua desalojados por las fuerzas paramilitares de Daniel Ortega, alias Anastasio Somoza. Sus trincheras de peidra y adoquines fueron pulverizados por las balas de los AK-47. Ellos buscaron refugio en el templo de la Divina Misericordia, próxima al campus en el residencial de Villa Fontana al sureste de Managua.
En su cuenta de Twitter, un desesperado Sergio Ramírez, escritor nicaragüense, denunciaba que las autoridades académicas de la Universidad Autónoma, en lugar de correr a socorrer a los estudiantes agredidos sanguinariamente, los llamaron vándalos y los culparon de incendiar y destruir la universidad, echándolos a los leones.
“Jóvenes estudiantes desarmados atacados sin piedad con armas de guerra por horas para que la bota paramilitar ocupe la Universidad Nacional Autónoma en Managua profanándola. Otra vez oímos resonar el grito terrible: ¡muera la inteligencia!”, escribió en su cuenta de Twitter.
Pues fuera de la Universidad, las huestes de Ortega no dudaron en atacar la iglesia en la que se refugiaron los 200 estudiantes, de donde fueron rescatados por una misión encabezada por el cardenal Leopoldo Brenes. Según versiones de los testigos recogidos por la agencia France Press, los paramilitares encapuchados se ubicaron a 50 metros de la iglesia e intentaron quemarla con los jóvenes adentro en dos ocasiones.
Los estudiantes, una vez rescatados, fueron llevados a la Catedral de Managua en ambulancias de la Cruz Roja. “Mataron a Gerald Velázquez, fue un tiro a la cabeza, no pudimos hacer nada y lo perdimos”, dijo un estudiante de 22 años desalojado de la UNAN, la más importante universidad pública de ese país.
Otro crimen más atribuido a las fuerzas paramilitares de Daniel Ortega, alias Anastasio Somoza, claro que mucho más sanguinario que Anastasio Somoza.