Fue Ronaldo contra España en el Estadio Olímpico de Sochi. Sus tres goles arruinaron el debut de España y dejaron a Irán como líder del grupo B, tras vencer 1-0 a Marruecos. El encuentro arrancó con un penalti de Nacho sobre Cristiano Ronaldo que transformó el delantero del Madrid. Diego Costa, tras una jugada personal maravillosa, igualó el marcador para el equipo de Fernando Hierro, aunque de nuevo Cristiano, al borde del descanso, colocó de nuevo por delante a la campeona de Europa. Su zurdazo se le escapó de las manos a De Gea, que completó un partido flojo y no demostró seguridad en las siguientes acciones.
A pesar del segundo mazazo España reaccionó, especialmente gracias a que Isco, Koke y Busquets se hicieron con el balón y empezaron a empujar hacia atrás a Portugal. De hecho, ese buen juego le llevó a dar la vuelta al marcador. Diego Costa en una jugada ensayada que cabeceó Busquets al corazón del área permitió al delantero realizar el segundo tanto de su cuenta, según El País.
La reacción española no se quedó ahí y Nacho, con un derechazo desde fuera del área colocó a La Roja por delante en el marcador. Sin embargo, al borde del final, una falta de Piqué sobre Ronaldo permitió al delantero portugués lanzar una falta en el que llegaría el definitivo empate.
“Cristiano hizo en su Portugal lo que suele hacer en el Real Madrid, sobre todo en los primeros 20 minutos: fue un 10 virtual, metido detrás de Guedes y delante de Fernandes y William, sobre la izquierda, por adentro. Y de ahí manejó el juego, todavía con frescura, de su equipo, le puso una cuña al hueco español entre Koke, Nacho y Piqué y armó un desastre”, reseña Clarín.
“Fue tan grande lo de Cristiano que su 3-3 empalideció la fenomenal lección de fútbol que dio España, víctima del monstruo que ayudó a construir en su equipo más emblemático. Larga vida al fútbol de España, defensor de la idea a pesar de todo y he ahí su enorme valor que excede el resultado circunstancial. Larga vida a Cristiano. Tan grande como cree que es y, a veces, también lo es”, concluye Clarín.