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Entradas regaladas e inauguración del Mundial

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Y arrancó el Mundial en el estadio Luzhniki, a unos cinco km al sudoeste del Kremlin en Moscú, al que llegó el expresidente Rafael Correa que un día antes había pasado muy activo en la convocatoria en las redes a sus seguidores a acudir a la Asamblea para protestar contra su posible vinculación penal en una indagación por la denuncia del secuestro a Fernando Balda que lleva adelante la Fiscalía.

El exmandatario fue hallado con gafas oscuras y una camiseta amarilla en las afueras del estadio por un equipo del medio argentino Todo Noticias minutos antes de la inauguración del Mundial. “Viene a ver la inauguración”, le preguntó el periodista. “La verdad es que vine a trabajar, tengo un programa para Russia Today y tuvieron la gentileza de darme entradas para el partido”, respondió.

El medio argentino difundió el vídeo a las 09:05 del 14 de junio. Cuando la noticia ya fue viral, por todas las críticas desatadas el expresidente publicó un curioso post en su cuenta de Twitter: “Pese a tener entradas de cortesía para la inauguración del Mundial, quiero decirles que, debido a todo lo que está pasando en mi país, y en solidaridad con mis compañeros que hoy se convocaron para apoyarme, decidí finalmente no asistir”.  Lo hizo a las 14:13 del 14 de junio, más de cinco horas después de que se divulgara la noticia.

A la hora en la que el medio argentino halló al expresidente en el estadio Luzhniki, sus seguidores trataban de incendiar las redes sociales en Ecuador con la advertencia de una multitudinaria concentración en la Asamblea para evitar que se permita la vinculación de su mentor en un delito común, con el alegato de que gozaba de inmunidad y solo el Legislativo podría autorizar su procesamiento.

¿Por qué? ¿Puede alguien por el hecho de haber sido presidente de la República gozar de poder eterno e inmunidad eterna hasta para el juzgamiento de delitos comunes? ¿No debería ser la persona más escrutada la que ha tomado tantas decisiones tanto en asuntos públicos y no tan públicos como la denuncia de un secuestro de un ecuatoriano en otro país por parte de agentes de Inteligencia? ¿Cómo creerle a alguien que prácticamente llamaba a incendiar el país con pedidos de constituyentes al estilo chavista, mientras caminaba por las afueras del estadio Luzhniki rumbo a la inauguración del Mundial de Fútbol con entradas regaladas, según sus palabras?

El expresidente viaja por todo el mundo en aviones de primera clase y acepta entradas regaladas para ir el estadio que luego dijo no haber usado por solidaridad con sus compañeros que marchaban en Quito. ¿Eran aceptados los regalos en la administración pública de la última década? ¿Por qué no donó o subastó esas entradas regaladas entre sus seguidores como decía hacerlo cuando era presidente de la República? ¿No habría sido mejor que en lugar de comprar un tiquete para ir a Rusia haya comprado un tiquete para estar en Ecuador junto a sus compañeros en la marcha a la Asamblea? ¿Dónde esta la coherencia de la que tanto se jactaba él y su círculo íntimo?

Algo huele a podrido en Dinamarca, decía Shakespeare. Es el precio que deben pagar los que andan con el complejo del reality show de Kim Kardashian o de quienes pretenden el don de la ubicuidad a pesar de que nadie los puede ver no porque sean invisibles sino porque su ego y sus mentiras resultan insoportables al sentido común.

En el detalle siempre estará el inconsciente.

 

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