La naturaleza es impredecible. La violenta erupción del Volcán de Fuego en Guatemala, con columnas de ceniza que alcanzaron hasta los diez mil metros de altura sobre el nivel del mal, contabilizaba hasta la madrugada de este lunes 25 muertos. En total, según cifras de los organismos de socorro de ese país, 1,7 millones de personas resultaron afectadas. Uno de los sitios más devastados ha sido el caserío El Rodeo de Escuintla, en el sur. No hay cifras oficiales sobre el número de desaparecidos.
Es la segunda erupción de este volcán en este año, pero la mayor de los últimos años. La primera erupción ocurrió en enero pasado. En septiembre de 2012 provocó la última emergencia al obligar la evacuación de unos 10 mil habitantes.
En la madrugada del lunes, el gobierno aprobó el Estado de Calamidad Pública en los departamentos de Chimaltenango, Escuintla y Sacatepéquez, los más devastados, y declaró el duelo nacional por tres días en todo el territorio de Guatemala.
La solidaridad internacional no se ha hecho esperar, incluida la de Ecuador. Pero el hecho debe servir para actualizar planes de prevención en el país, considerado como uno con de los arcos volcánicos más densos del mundo: un promedio de espaciamiento de 10 kilómetros entre los 84 volcanes continentales. Es uno de los cinco países con más volcanes en todo el mundo, solo superado por Indonesia y Chile.
“En Colombia y Perú hay una sola fila de volcanes, acá tenemos cuatro y estos, a su vez, tienen una variedad de formas, de composiciones, de explosividad, de productos”, había explicado Hugo Yépez, exdirector del Instituto Geofísico. Los riesgos a los desastres naturales están a la orden del día siempre, en cualquier lugar del mundo, de ahí la importancia de la prevención.