El año pasado, cuando las críticas arreciaban contra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y su convocatoria a una Asamblea Constituyente, desafió a los opositores con un mensaje. “¿Querían elecciones? ¡Ahí tienen elecciones! ¿Querían diálogo? Ahí tienen diálogo constituyente, no diálogo de élites”.
Así fue como impuso un método para el fraude de las elecciones para integrar una Asamblea Constituyente que tuviera todos los poderes. Aunque en el fondo solo tendría los poderes de la Asamblea que el chavismo no controlaba. El plan consistía en las restricción de que los electores venezolanos puedan ejercer su voto.
Maduro propuso un criterio para la postulación de los candidatos según diversos grupos sociales: indígenas, estudiantes, campesinos y pescadores, empresarios, personas con discapacidad, pensionados, consejos comunales, comunas y trabajadores. Estos grupos elegirían a 168 diputados.
Un segundo criterio estaba basado en un mapa electoral que no se correspondería a el número de pobladores que habita en las diferentes zonas del país, sino a la división geográfico administrativa y mediante la cual serían elegidos los restantes 364 diputados para un total de 540.
La crisis política llevaba dos meses con 57 muertos y más de 1000 heridos. En el llamado a la instalación de la Asamblea Constituyente, Maduro hizo una reducción de todo el conflicto: en Venezuela hay unos malos que quieren boicotear a los buenos, los chavistas. “O constituyente o violencia; o balas o votos”. Esa Asamblea Constituyente fue la que hizo la convocatoria a las elecciones presidenciales de Maduro.
El mensaje fue repetido ayer al comienzo de las elecciones fraudulentas convocadas para alargar la permanencia en el poder de Maduro con la complicidad del Consejo Nacional Electoral y su presidenta Tibisay Lucerna. En todo este conflicto no hay que olvidar ningún nombre. “Con este proceso electoral Venezuela se encamina a una etapa de estabilidad política -dijo Maduro al inicio de la jornada llamada electoral-. Tu voto decide: votos o balas, patria o colonia, paz o violencia, independencia o subordinación, el voto tuyo decide, sal a votar”.
¿Votos o balas? Está claro que la cultura narco ha penetrado hasta en el lenguaje del discurso chavista. Plata o plomo era el mensaje que enviaba el capo del narcotráfico, Pablo Escobar, a todos quienes osaban desafiar su poder. Plata para los buenos, los que se sometían al poder narco; plomo para los malos, para los que no se sometían.
Ese es el resumen de la jornada llamada electoral que vivió el domingo Venezuela: Votos o balas. El pueblo venezolano decidió elegir dignidad, porque no hubo abstención, como alguien recordó en la red social Twitter, hubo dignidad. Un acto de dignidad único, de desobediencia civil irrefutable.
Un silencio en las calles y en los recintos electorales que gritaba al mundo unas enormes ansias de libertad. La comunidad internacional tiene de ahora en adelante un gran compromiso con Venezuela y los venezolanos.