Lo ha dicho en una entrevista a El País, Vilma Núñez, quien a sus ochenta años está al frente del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos, la organización de su ramo más reconocida de este país centroamericano, que se ha visto desbordada frente a la violencia y la represión desatada por Daniel Ortega contra las protestas estudiantiles. El otrora líder sandinista debe cargar ahora al menos 46 muertos sobre sus espaldas.
Vilma Núñez tiene todas las credenciales para evaluar la actual situación de Nicaragua con un Daniel Ortega que está como una fiera herida aferrada al poder porque todo el apoyo que se suponía tenía era una simple ficción, como la ficción que vive Nicolás Maduro en Venezuela, país del que han escapado millones de venezolanos.
Ella, sobreviviente de una de las peores masacres del somocismo contra los estudiantes en 1959, habla del miedo que ahora se siente en Nicaragua, con gente que se ha encerrado en sus viviendas con sus muertos, porque estaban rodeadas por las turbas sandinistas que los asesinaron.
Vilma Nuñez cuenta en esa entrevista una historia que puede resultar muy familiar en Ecuador. Ortega logró el poder absoluto captando todas las instituciones del Estado. La gente no cree en la Fiscalía porque ahí está Ana Julia Guido, una expolicía completamente afín y militante activa del Frente Sandinista; Alba Luz Ramos, presidenta de la Corte Suprema de Justicia, marchó al lado de Daniel Ortega el día de la manifestación a favor del Gobierno.
“Nunca pensé que fueran capaces de querer seguir gobernando sobre cadáveres. Daniel Ortega hubiera parado esta situación el primer día, cuando se registraron los primeros tres muertos, pero él más bien ha propiciado (la violencia) y la ha impulsado -ha dicho Núñez-. Estamos frente a unas personas que no tienen comparación”.
Es imposible intentar justificar una dictadura, como pretenden algunos sectores de la izquierda latinoamericana que igual nada les importó la muerte del preso de conciencia cubano Orlando Zapata, tras 85 días en huelga de hambre. Jesús de Andrés, profesor de Ciencia Política de la UNED, aseguró en ese entonces que lo que se intentaba era justificar un régimen dictatorial en función de la ideología. “Todas las dictaduras, sean de derechas o de izquierdas, tienen elementos comunes: un partido único, negación de derechos políticos y civiles, represión de la oposición… Cualquier demócrata debería oponerse”.
¿Es Ortega un nuevo Somoza?, le pregunta el periodista de El País a Vilma Núñez: Lamentablemente en estas circunstancias es peor que Somoza, responde ella.