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Mayo 1968. El eco de la resistencia

Tiempo de lectura: 2 minutos

Como algunos de ustedes saben por las redes sociales, este Conversatorio ha sido puesto en cuestión por el sólo hecho de no ser mujer-es, los que tomen la palabra en la escena verde. Lo que resulta interesante de pensar, justamente cuando el afiche trae en primer plano a una mujer con el puño en alto. ¿Qué quiere decir esto?

No desesperen, podremos charlarlo entonces, pues se trata de un conversatorio: un lugar a donde ir y participar en una discusión con más cuerpo, que las sonsas guerrillas virtuales. Quizás haya también algún performance resistente, de los que ya vio Lacan en el 69.

En esa vía quizás otros sepan que, al final de su seminario 17 El reverso del psicoanálisis, hay testimonios de esos impromptus:

“Intervención: -Lo que yo propongo es que no se cahondeen de la gente cuando hacen una pregunta. No se hace una vocecita así como has hecho ya tres veces. Se responde y punto… aquí hay personas que piensan que el psicoanálisis es una historia de pito, lo único que hay que hacer es un love-in. ¿Cuántos están de acuerdo para transformar esto en un love-in salvaje? (Se quita la camisa)

Lacan: Oiga, amigo, ya vi esto ayer por la noche, estuve en el Open Theater, hay un tipo que hacía esto, pero tenía más cara dura que usted, se quedaba completamente en pelotas. Venga, continúe, mierda”.

Para quienes (se) obligan al formato APA 6: Lacan, 1992, p. 217.

Y, para los interesados, los invito a continuar la lectura de esta discusión en la que Lacan concluye:

“los primeros en colaborar, y aquí mismo en Vincennes, son ustedes, porque juegan la función de ilotas de este régimen. ¿Tampoco saben qué quiere decir esto? El régimen los exhibe. Dice Mírenlos cómo gozan”.

 

Hoy, cuando la mayoría de los docentes, sobre todo los nuevos y los que quieren volverse autoridad, buscan con avidez un phd hiperespecializado y gestionan escribir en revistas indexadas, sólo para poder seguir dando clases. Otros se acomodan a las evaluaciones como buenos alumnos. Una minoría sufre de estas mismas imposiciones que les dificultan un trabajo ya de por sí difícil. Labor que intentan humanizar con su carisma; con “literatura” no sólo de los últimos cinco años, ¡no sería posible leer a Freud en la Universidad!; haciendo uso de una transferencia, que es implícita en el lazo social y que requiere no hacer uso del poder que le confiere. Transferencia a la que muchos otros se resisten en un esfuerzo de “objetividad” y otras falsas novedades.

Quizás se animen a ir a conversar estudiantes hombres y mujeres, y quienes se hacen preguntas en lugar de responder de modo oficial y algorítmico a todo, para ubicar si algo de ese mayo francés se juega en las subjetividades de hoy, más allá de la confrontación imaginaria que no alcanza ni siquiera el estatuto de una crítica que perfecciona… el sistema.

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