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Milos Forman, visto por Guillermo del Toro

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Milos Forman (Caslav, República Checa, 1932), el director Alguien voló sobre el nido del cuco, ha fallecido en su casa de Hartford (Connecticut) a los 86 años, según ha informado su esposa Martina, tras una corta enfermedad. “Murió tranquilamente el viernes, rodeado de su familia y amigos más cercanos”, ha dicho su viuda.

Su muerte deja un vacío enorme, porque no solo fue un director inmenso a nivel narrativo y técnico, con su puesta en escena, su posición de las cámaras o su resolución formal… Fue siempre fiel en su posición ante el mundo, escribe Guillermo de Toro. Aquí su columna en El País.

Forman: el contestatario al poder

Milos Forman tuvo algo muy especial, que le hace un cineasta a seguir. Su muerte es la de uno de los grandes, y deja un vacío enorme, porque no solo fue un director inmenso a nivel narrativo y técnico, con su puesta en escena, su posición de las cámaras o su resolución formal -a mí siempre me me impresionó su oficio y lo impecable de sus trabajos- sino que fallece un hombre cabal. Y eso me duele. Fue siempre fiel en su posición ante el mundo.

Forman se mantuvo al otro lado del poder. Contestatario, desmitificador, iconoclasta… Y además logró algo muy complicado: se comunicó con el gran público, logró grandes éxitos sin traicionar sus principios. Lo que yo aprendí de él fue ese empeño en estar desde fuera, no físicamente, sino moral y filosóficamente, aunque rodara en las entrañas de Hollywood. Recorramos su filmografía: no se le puede echar en cara ningún momento de debilidad.

Nunca hizo en realidad una película por encargo, o que no sintiera en su mente o en su ética como algo personal. Más allá de sus taquillazos, creo que debemos fijarnos en ese legado de fidelidad a unos principios, y a una apuesta por su humanidad.

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