Durante el anterior gobierno cualquier marcha de la oposición era descalificada y no solo descalificada, sino que inmediatamente se organizaban contramarchas, tomas de las Plaza de la Independencia con tarimas que permanecían listas ahí para que los dirigentes del correísmo pudieran interpretar un repertorio llenó de clichés ante un público cautivo, porque de otra manera nadie los escucharía.
Durante las mayores protestas de la oposición en 2015, tras la presentación del proyecto de Ley de Plusvalía, un atrincherado presidente gritaba desde la tarima de Carondelet, con decenas de guardaespaldas, que no buscaba nada para él sino todo para el pueblo y calificaba de patriotas a los militantes de su partido que rodearon Carondelet para evitar las que las marchas de la oposición, esas sí multitudinarias, llegaran a la plaza de la Independencia.
“Cuando los de luto, en su capricho, soberbia, frustración, griten: ‘Fuera Correa, fuera’, nosotros gritaremos: ‘Fuera golpistas, fuera’. No me vengan con que son protestas pacíficas, han querido crear el caos -dijo el ahora expresidente Correa en esos meses aciagos para su gobierno-. Ojalá frente a su nuevo fracaso se den cuenta de que son minorías y paren sus intentos golpistas”.
Ya fuera del poder el expresidente ha hecho de todo para descalificar a este gobierno. Impulsa una campaña de lo que él, desde Carondelet, había llamado golpe blando. Ya sin poder no tiene ningún reparo en descalificar a su reemplazo en Carondelet, denigrarlo.
No solo él sino los asambleístas que todavía le son leales y participan en marchas que no logran llenar ni una cuadra, con insultos irrepetibles porque insultan la condición humana y el pensamiento, porque insultan el sentido común al intentar defender a una persona juzgada y sentenciada por un caso de corrupción comparándola con el grupo de periodistas de El Comercio secuestrado en la frontera norte mientras hacía su trabajo: informar sobre problemas de seguridad pública.
A nosotros nos falta uno, dijeron. Está ahí, en la cárcel, sentenciado por un caso de corrupción y acusado por un fiscal muy felicitado por el expresidente cuando el extinto Consejo de Participación lo puso en ese cargo, porque fue su asesor. Solo tendrían que cumplir los protocolos de seguridad para ir a visitarlo.
La ausencia de poder ha desnudado a un grupo de personas que pensaron que el poder sería eterno para ellos. Los que no querían nada para ellos, ahora están demostrando que querían todo solo para ellos. Todos los recursos del Estado. No soportan la alternancia en el poder, pero lo que menos soportan es no tener el poder político para hacer de su partido una empresa privada con fondos públicos.