Para este martes 10 de abril está previsto el anuncio del Plan de Optimización de la Función Ejecutiva, parte del programa económico hecho público la semana pasada. El objetivo de este plan sería recortar gastos por alrededor de unos $1.000 millones en el presupuesto general del Estado.
El presidente Lenín Moreno anunció en su informe de labores del lunes que el recorte irá en los gastos en bienes y servicios, en viáticos al exterior y en consultorías; además, anunció la optimización del gasto en comunicación, paralelo a la eliminación de ministerios, viceministerios, subsecretarías, coordinaciones generales y asesorías que no solo inflan el gasto público sino que duplican procesos, aumenta la tramitología.
Los recortes serían sobre todo en el nivel jerárquico superior, aseguró Moreno, al garantizar la estabilidad de los servidores públicos de carrera.
Quienes defienden el modelo del Estado obeso tildan de neoliberales las medidas, porque desde su particular visión el Estado tenía que estar metido en todo, hasta entre las sábanas de las camas de los ciudadanos. Es la defensa de una visión maniqueísta de la sociedad, de los buenos contra los malos. En esa telenovela, los que alimentaron el Estado obeso con los impuestos que paga la gente, por supuesto, eran los buenos. Los que cuestionaban ese modelo concentrador eran los malos.
Es una visión indefendible que todavía la defienden ex funcionarios públicos con argumentos bastante pueriles, porque todo el modelo se asentaba en los altos precios del petróleo y en un endeudamiento agresivo para sostener un tren de vida ficticio para el país, de maravilla para ellos.
El gobierno de Moreno ahora trata de dar un giro de timón, primero en la formas, por eso de que no solo hay que ser sino parecer.
Un inmenso aparato burocrático no se justifica en un país tan pequeño con necesidades insatisfechas que no fueron suprimidas en la década anterior. Porque precisamente hubo mucha inversión desviada.
¿Dónde está toda la generación hidroeléctrica ofrecida con tantos proyectos entregados sin licitación alguna? ¿De qué ha servido toda la inversión en aeropuertos si un tiquete de avión es un lujo prohibido para una familia clase media? ¿Cuántas personas vuelan a Tena? ¿Dónde se fue todo el dinero invertido en la refinería del Pacífico que nunca pasó de ser un terreno aplanado? ¿Dónde se fueron todos los miles de millones de dólares destinados a repotenciar la refinería de Esmeraldas? ¿Dónde están los autos eléctricos de Tesla que supuestamente iban a llegar de la mano de Yachay? ¿Para qué ha servido todo el dinero invertido en un ficticia agencia espacial? ¿A quiénes hizo felices el Ministerio de la Felicidad?
Todo el humo levantado en la década pasada fue solo humo. No somos más ricos como el expresidente Correa ha intentado insinuar al defender su papel en el proceso de endeudamiento externo con manuales del FMI que nadie conoce. Solo estamos más endeudados y con menos recursos, porque hasta el petróleo fue comprometido sin que ese rubro entrara en el ítem deuda.