El Consejo de Participación Ciudadana Transitorio inició con los procesos de evaluación de distintas autoridades nacionales. Y con el voto unánime de seis de los siete consejeros presentes en la sesión del miércoles, resolvió suspender todos los concursos de selección de jueces provinciales y fiscales emprendidos por el Consejo de la Judicatura. Y aclaró que cualquier inobservancia por parte de los miembros de ese organismo sobre las medidas se considerará como incumplimiento y podría derivar en la destitución del funcionario.
La decisión permitiría que todos los miembros del Consejo de la Judicatura remitan al Consejo de Participación un informe sobre su desempeño en un plazo máximo de siete días. El presidente del Consejo de la Judicatura, Gustavo Jalkh, casi inmediatamente respondió que era bienvenida la evaluación sobre su gestión, aunque no estaba de acuerdo con la suspensión de los concursos del organismo.
Al día siguiente, luego de recibida la notificación, Jalkh cambió el tono de su discurso en una rueda de prensa y gracias a sus declaraciones con tono de amenaza el país recién se enteró que un cuestionado Consejo de la Judicatura, por haber actuado bajos las órdenes del expresidente Rafael Correa, según denuncias públicas, estaba a cargo de, nada más y nada menos, que decidir sobre tres concursos: selección de agentes fiscales, designación de fiscales provinciales y selección de servidores administrativos.
Y para esos tres concursos había 52.000 postulantes. Es decir, la justicia del país a cargo de una persona que primero nombró a Thania Moreno como Fiscal subrogante con bombos y platillos, con la anuencia del recién posesionado Fiscal Carlos Baca Mancheno, porque supuestamente era la más calificada para ese puesto, y que al cabo de algunos meses la suspendió por pedido de una asambleísta de oposición.
El Consejo de Participación Transitorio, como debe ser cualquier poder, transitorio porque no tiene miedo a la fiscalización ciudadana, ha comenzado a hacer su trabajo ante la ira de los que nunca quisieron ser transitorios, sino eternos, porque hasta el ego les quedaba grande.