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El delirium tremens

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Para Ricardo Patiño, hombre de confianza del expresidente Rafael Correa, es un tirón de orejas que más del 37% de la población, según sus cifras, le ha dado al Presidente Lenín Moreno en la consulta popular que dejó en el archivo la reelección indefinida a la que aspiraba Correa. Según él, fue una dura lucha con todos los factores en contra y que de haber tenido más tiempo habrían ganado.

¿Más tiempo? Los exfuncionarios del gobierno de Correa, al igual que el propio ex presidente, ahora se rasgan las vestiduras porque supuestamente enfrentaron una campaña inequitativa. ¿Puede ser inequitativa una campaña de un gobierno con apenas algo más de siete meses en el poder contra un aparato montado durante diez años? ¿Puede ser inequitativa una campaña de organizaciones y movimientos sociales excluidos, vilipendiados y marginados durante diez años contra caravanas de terror que ordenaban golpear a quien dijera Sí?

La asambleísta Soledad Buendía dijo en la mañana del lunes que ninguna cosa resuelta en la urnas puede pasar sin la aprobación de la Asamblea en la que el ala correísta finge tener mayoría. Es decir que el aplastante pronunciamiento ciudadano en contra de a reelección indefinida y en contra de mantener autoridades de control leales a un caudillo más que a la ciudadanía no significa nada para ese grupo que dice representar al pueblo.

Algo está claro, la consulta popular convocada por el Presidente Lenín Moreno, con el contundente triunfo del Sí en las siete preguntas, debería servir también para erradicar de una vez por todas ese discurso cínico muy parecido a un delirium tremens, después de la década de borrachera de poder, y si no erradicar al menos desenmascararlo y comenzar el reencuentro con la democracia.

El pueblo ecuatoriano se pronunció en la urnas y al gobierno le compete ejecutar ese pronunciamiento, sin intermediarios de por medio.

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