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La ética del correísmo

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La década en la que gobernó el expresidente, ahora residente en Bélgica, se impuso una curiosa ética del nada para nosotros y todo para la patria, o eso de que el pueblo era él por lo que humildemente pedía a sus asambleístas saltarse la Constitución hecha a su medida, y que supuestamente debería durar 300 años, porque era magnífica, la mejor del universo entero y de todas las galaxias halladas y por hallarse. Pero tenía una falla, no contemplaba la reelección indefinida que le permitiría convertirse en el presidente eterno, por lo que debía cambiarse.

Sus asambleístas hicieron un circo con marchas de todos agarrados de los brazos rumbo a una Corte Constitucional que simplemente obedecía las órdenes de Carondelet y luego con una socialización en la que solo hablaban ellos, los otros, los que estaban en contra solamente eran acallados o acanallados en interminables sabatinas o cadenas de mentiras comprobadas, con voz en off.

La única verdad y la única ética, la que define lo que es bueno o malo, era la impuesta desde Carondelet donde se iba construyendo un museo a la vanidad y al ego. Ahora sus seguidores, los que asistieron a su convención de amigos, han vuelto a dar pruebas de que esa ética se ha mantenido intacta en sus círculos.

Primero, como no lograron quedarse con el partido comenzaron a militar en la oposición al ahora Presidente por el que ponían las manos al fuego en la campaña. Y el nuevo secretario del movimiento ha denunciado que nada más y nada menos $600 mil desaparecieron del fondo partidario. ¿Dónde se fue la plata?, ¿a qué cuentas pasaron esos dineros públicos porque son asignados por el Consejo Nacional Electoral?

Los leales seguidores del ex simplemente desmintieron en lugar de mostrar las cuentas para probar que todo lo denunciado era mentira. Ellos siguen creyendo que con salir a decir y acusar al otro de mentir ya es suficiente. Con decir que ellos son los buenos basta, porque tienen la bendición del ex.

Pero no conforme con eso en las redes sociales se pudo ver como alegremente se tomaron las cuentas de las redes sociales del oficialismo para crear un nuevo partido o movimiento que es una apología del ex, un remedo del museo que levantó en Carondelet.

Esa es la ética que se intentó imponer durante diez años, la ley de la bravuconada como la del vicepresidente sin funciones que amenaza con no renunciar así sea condenado por la trama de sobornos de la constructora Odebrecht, porque, desde su punto de vista, en este país es fácil representar al país desde la cárcel; la ley del todo para nosotros, nada para los que no adoran al ex. Esa es la ética que se debería sepultar en la consulta popular para que el sueño del presidente eterno, se convierta en la realidad del expresidente eterno.

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