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El gran Pase del Niño Viajero moviliza a feligreses en Azuay

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Cada 24 de diciembre Cuenca realiza la procesión la más grande de la Navidad que cuenta con la participación de personas de todas las parroquias y cantones de la provincia. Las calles de esta ciudad están llenas de luces y color. Hay más de 500 mil bombillos que alumbran las noches y se han convertido en una invitación para que los turistas y cuencanos salgan a caminar.

El gran Pase del Niño Viajero de acuerdo con varios escritos de historia, en 1961 se hizo por primera vez en la capital azuaya. En aquella época el recorrido fue desde San Sebastián hasta la Catedral. La imagen del Niño fue esculpida en madera por Josefa Heredia en 1823. Para 1961, llegó a manos de monseñor Miguel Cordero Crespo, quien en ese mismo año visitó templos de ‘Tierra Santa’ y llevó consigo al Niño cuencano.

Monseñor colocó la escultura en Belén, donde nació Jesús; además fue bendecida por el papa Juan XXIII, en Roma, la capital italiana. En Ecuador, el religioso entregó la imagen a Rosa Palomeque Pulla, quien se convirtió en la primera prioste de la figura hasta 2007, año en que falleció. Luego pasó a su hija, a su nieta y finalmente a las religiosas del Monasterio del Carmen de la Asunción.

Desde 1961 se rinde culto al Niño Viajero con el gran pase, que en la actualidad es organizado por las religiosas del Monasterio; el Grupo Juvenil Hermano Miguel y la Universidad Católica, los priostes y padrinos. “Es el Niñito de la casa, cada día le rezamos y cada mes le cambiamos de traje”, cuentan las religiosas del convento. La figura es celosamente cuidada en una urna de cristal adentro del convento. La sacan a la calle solo una vez al año, el 24 de diciembre, para el Pase.

Pocos saben que la imagen que recorre las parroquias y mercados previo a la procesión (octubre, noviembre y antes del 24 de diciembre) es una réplica. El Niño Viajero verdadero mide 20 centímetros, tiene un tono claro en la piel, cabello rizado color café y ojos grises. Estas características lo convierten en una obra de arte, dijo Luis Cabrera, cuando fue arzobispo de Cuenca.

El Pase del Niño Viajero, que fue declarado en 2005 Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia, y la Cultura (Unesco), es acompañado por devotos que están en todas las partes de la provincia. Ellos se han preparado durante varias semanas para esa celebración y han hecho más de 5 mil litros de chicha y 8 mil panes, que serán repartidos en la calle Bolívar. Los donantes y financistas de esta procesión explican que acompañar al Niño “es una forma de agradecerle por los favores recibidos.

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