El Gobierno de Mauricio Macri se desgasta cada día que pasa ante la creciente ola de protestas callejeras protagonizadas por los movimientos sociales y los partidos de izquierda. Buenos Aires volvió a convertirse en un campo de batalla mientras en el Congreso se debatía la polémica reforma de las pensiones que reducirá el poder adquisitivo de millones de jubilados.
Tras la surrealista y frustrada sesión parlamentaria del jueves, en la que entre empujones e insultos se tuvo que suspender el debate sobre la reforma de las pensiones, Macri pensó en aprobar el ajuste por decreto. Un tuit de una de sus principales aliadas políticas, Elisa Carrió, frenó al mandatario.
La poderosa Central General del Trabajo (CGT) amenazó con activar una huelga general si el mandatario firmaba el decreto. Macri recapacitó, reunió de nuevo a los gobernadores peronistas que se han plegado a su estrategia a cambio de favores políticos, y dio órdenes para que se llamara a una nueva sesión parlamentaria para el lunes.
Los movimientos sociales y algunos partidos opositores, que han denunciado la actuación policial del jueves, volvieron a convocar entonces una concentración frente al Congreso. Miles de personas respondieron.Una masiva movilización a las puertas del Congreso, con fuertes disturbios que hicieron retroceder a la policía varias veces, trató de frenar el segundo intento de Mauricio Macri de aprobar la polémica reforma de las pensiones.
Los disturbios se podían seguir en directo en televisión con una cobertura con decenas de cámaras que por momentos parecía una película de acción, con avances y retrocesos de una enorme masa de manifestantes dispuesta a todo para intentar frenar la sesión del Congreso.
Las órdenes de la policía de no responder eran absolutamente evidentes y en ocasiones quedaron acorralados a pocos metros de los manifestantes. La policía, desesperada, respondía a veces también a piedrazos, en una escena de descontrol absoluto. Las primeras cifras hablan de 80 heridos, la mitad de ellos policías, y unos 40 detenidos.
El debate seguía dentro del hemiciclo mientras los manifestantes ganaban paso a paso terreno a base de piedrazos y se colocaban muy cerca de poder entrar al palacio. Solo cuando se acercaron demasiado, la policía local decidió pedir refuerzos a la federal, cargar con todo y lanzar gases lacrimógenos para recuperar el control de la plaza.
El kirchnerismo exigía al Gobierno que suspendiera la sesión mientras la aliada de Macri Lilita Carrió hablaba de “golpe de Estado” en medio de unas imágenes que no se veían en Argentina desde la crisis de 2001.
El tijeretazo que Macri quiere darle al sistema de pensiones va a suponer una merma de los ingresos de los jubilados el año que viene. La oposición lo ha cuantificado en unos 100.000 millones de pesos (cerca de $5.000 millones). El recorte es una exigencia del Fondo Monetario Internacional para que Argentina reduzca su abultado déficit.
Para ganarse el favor de aquellos diputados peronistas todavía indecisos, Macri introdujo una variante: el pago de un bono a los pensionistas por única vez y que apenas representará un 5% del ajuste. Para la oposición, se trata de “migajas”.