“África no es la cuna de la humanidad”. Esa es la afirmación de un grupo de científicos que acaba de publicar lo que describen como la evidencia de esto a partir de restos prehumanos encontrados en Europa del Este (Grecia y Bulgaria). Los fósiles en cuestión pertenecen a Graecopithecus freybergi, y tienen un poco más de siete millones de años. Esto los convertiría en los fósiles de homínidos más antiguos del mundo.
Esto también volvería a cambiar las raíces del árbol evolutivo humano en Europa Oriental, en este caso, lejos de África. Algo que va en contra de una gran cantidad de evidencia que sugiere que los seres humanos se originaron en África.
El Dr. Julien Benoit, paleontólogo especializado en vértebras y paleobiólogo, que ha trabajado extensamente en el continente africano y que no formó parte del equipo de esta investigación europea, conversó con The Conversation Africa sobre estos hallazgos.
Esta nueva investigación sugiere que Grecia, no África, debería llamarse la cuna de la humanidad. ¿Creen que es exacto?
Los cambios extraordinarios necesitan pruebas extraordinarias para que sean apoyadas. El origen africano de la humanidad (Homínidos) es actualmente apoyado por dos elementos realmente importantes.
En primer lugar, se han encontrado miles de fósiles de homínidos en suelo africano desde que el primer homínido africano fósil, Australopithecus africanus, fue descubierto en Sudáfrica en 1924.
Casi un siglo de hallazgos fósiles ha continuado, y así se ha completado la crónica de la evolución homínida en suelo africano. Estos fósiles van desde el Sahelanthropus, que vivió entre seis y siete millones de años en lo que hoy es Chad, hasta los primeros Homo sapiens de África oriental.
En segundo lugar, nuestros parientes más cercanos al mono, los chimpancés y el gorila, son también de África. Nuestros últimos antepasados comunes vivieron entre ocho y 12 millones de años, lo que sugiere fuertemente que el origen de la humanidad está profundamente arraigado en África. Esto deja poco espacio para el origen europeo.
Cualquier estudio que contrarreste este consenso tendría que proporcionar pruebas muy sólidas y una metodología perfecta para apoyar su afirmación. En mi opinión, este artículo no cumple con esos criterios.
¿Por qué no?
Para empezar, dicho material no está bien conservado. Este consiste principalmente en una mandíbula sin dientes completos conservados. Eso es un problema porque las características anatómicas de los dientes son el elemento más importante al clasificar cualquier primate, incluyendo seres humanos.
Los autores afirman que la cuarta raíz premolar de la quijada es similar a la de una homínida. Este no es un carácter que se utiliza convencionalmente en paleoantropología, especialmente porque no todos los homínidos tienen raíces dentales similares. Este carácter es bastante variable -y los autores continúan reconociendo esto- algo que no es confiable para su clasificación.
También se argumenta que el pequeño tamaño del diente canino incompleto (como lo sugiere el tamaño de su raíz) pondría este fósil cerca de la ascendencia homínida. Esto se basa en el supuesto de que los homínidos son los únicos monos con caninos pequeños. Esto, una vez más, no es cierto. En Europa, donde los simios tienen un registro fósil muy rico, hay un mono llamado Oreopithecus que tiene caninos pequeños, pero no está relacionado con los seres humanos en absoluto.
Este es un ejemplo de evolución independiente y paralela: cuando una especie desarrolla similitudes con otra sin estar relacionada con ella. Por ejemplo, los delfines parecen peces, pero no lo son. Esto es probablemente lo mismo para Graecopithecus y homínidos.
Estoy de acuerdo con muchos de mis colegas, que piensan que esta nueva mandíbula representa una especie de Ape que no está relacionada con los seres humanos. Podría pertenecer a una especie como Oreopithecus, que evolucionó características humanas -como la fusión de las raíces del cuarto premolar y los pequeños caninos- en paralelo a nuestro linaje.
Finalmente, el estudio carece de un análisis filogenético. Este es un método estadístico utilizado para reconstruir un árbol evolutivo confiable. Decir que una especie fósil es una homínida temprana sin realizar este tipo de análisis es como dar el resultado de una ecuación sin hacer realmente las matemáticas.
¿Qué tipo de investigación y aclaración es necesaria para confirmar o desacreditar esta teoría de los orígenes europeos?
Un análisis filogenético es crucial. Esta es una manera de reconstruir el árbol evolutivo de las especies y de abordar las hipótesis de cualquier relación entre ellas, permitirá a los científicos evaluar la posición real de esta mandíbula fósil en el árbol evolutivo de Primates y probar si las semejanzas observadas entre Graecopithecus y homínidos se adquirieron independientemente o fueron heredadas de un antepasado común real.
Y si su afirmación resulta ser verdad, ¿significaría que necesitamos reescribir totalmente la historia?
La teoría de que la humanidad se originó en Europa es antigua, pero fue abandonada después de 1924 cuando el primer Australopithecus fue descubierto en Suráfrica.
Desde entonces, miles de fósiles se han encontrado alrededor de África que apoyan firmemente la hipótesis de “orígenes africanos”. Incluso si este nuevo fósil realmente resulta ser un homínido, sería solo un caso aislado, como una gota en el océano. Esto cambiaría muy pocas cosas, porque se necesitaría mucho más material y mejor preservado para desmentir totalmente el origen africano de la humanidad. Por tanto, se abriría una nueva área de investigación, pero no cambiaría los libros de texto.
Autor: Julien Benoit