La policía presume que Devin Kelley cometió la masacre del domingo en la iglesia baptista de Sutherland Springs, con 26 muertos y 20 heridos tras soltar una lluvia de balas de fusil semiautomático, por “problemas domésticos”. El asesino, de 26 años, había amenazado a su suegra, que asistía a la iglesia que atacó. Kelley murió tratando de escapar del lugar de la masacre. Era un exsoldado expulsado de la Fuerza Aérea por maltratar a su esposa y a su hijo.
A Davin Kelley lo paró un vecino que le disparó con un rifle desde fuera de la iglesia. Herido, no pudo continuar con la masacre. Tiró el fusil de asalto y se fue hasta su coche para escapar de allí, aún con dos pistolas en su vehículo. El hombre que le disparó, cuyo nombre no se ha revelado aún, le pidió a un joven que tenía su coche allí que salieran en búsqueda del asesino.
“Y eso es lo que hice”, dijo a la prensa Johnnie Langendorff, el conductor improvisado, un veinteañero con sombrero de vaquero y la calavera de una vaca tatuada en el cuello. Condujeron tras Kelley a más de 150 kilómetros por hora por carreteras comarcales y tras 15 minutos de persecución, el asesinó se salió de la carretera.
La policía lo encontró muerto con dos heridas de balas, la que le infligió el vecino y otra que se hizo a sí mismo, lo que apunta a que Kelley cerró su huida imposible suicidándose.
Devin Patrick Kelley fue condenado en una corte marcial y fue expulsado de su carrera militar; además, fue encarcelado por violencia doméstica, luego se divorció y fue acusado de crueldad con los animales.
En 2012, mientras estaba asignado en la Base Holloman de la Fuerza Aérea en Nuevo México, Kelley fue acusado de “asalto a su cónyuge y asalto a su hijo”, según Ann Stefanek, jefa de operaciones de medios de la Fuerza Aérea. Fue condenado en una corte marcial y sentenciado en noviembre de ese año a doce meses de reclusión y reducción al rango más bajo posible, E-1. Después de su confinamiento, fue dado de baja con una nota de mala conducta.
En 2012 se divorció en Nuevo México de su primera esposa, según los registros judiciales. Cuando fue dado de baja de la Fuerza Aérea en 2014, Kelley se volvió a casar en Texas con Danielle Lee Shields en abril de ese año, según los registros del estado.
El domingo Kelley rodeó la iglesia regando de balas el interior y luego entró. Siguió disparando. A algunos los mató acercándose a ellos y ejecutándolos a sangre fría. La víctima mayor tenía 77 años de edad y la menor apenas año y medio. Alrededor de una docena de menores fueron asesinados por Kelley, según avanzaron las autoridades.
En esa iglesia hecha infierno, murieron a balazos una abuela de la pareja del asesino, una mujer embarazada de ocho meses y sus tres hijos; murió la hija de 14 años del pastor de la iglesia; murió un jubilado que se dedicaba a ir por cárceles a leerle la Biblia a los presos; murieron ocho miembros de una misma familia; y una pequeña se salvó, escondiéndose bajo un banco. La iglesia grababa sus eventos y existe un vídeo de lo ocurrido en poder del FBI, reseña El País.
Kelley, que vivía a unos 60 kilómetros de Sutherland, se desplazó a cometer su barbaridad hasta la misma iglesia baptista a la que solía acudir su suegra. Ella no había ido esta vez a la capilla. “Sabemos que Kelley le había enviado mensajes de amenaza pero no podemos dar más detalles”, dijo el portavoz de Seguridad de Texas, que descartó otras conjeturas: “Esto no tuvo una motivación racial ni tampoco tuvo que ver con las creencias religiosas”.
El Estado de Texas le había denegado a Kelley una solicitud para la portación de armas. Su negativa historia militar le puso trabas, pero no las suficientes. Lo que sí logró fue una licencia de seguridad privada que le permitió comprar el fusil.
Además de los 26 muertos hubo 20 heridos y diez se encuentran hospitalizados en situación crítica. El domingo negro de Sutherland Springs es la mayor matanza con armas de fuego cometida por un tirador solitario en la historia moderna de Texas, y por ahora la quinta peor registrada en Estados Unidos, solo un mes después de la más fatidica, en Las Vegas, que dejó 58 muertos en un concierto.