Ha resultado simplemente inaceptable las largas que ha dado la Corte Constitucional al referendo y consulta popular presentado por el gobierno de Lenín Moreno. Sobre todo si se considera la agilidad con la que resolvía pedidos similares del gobierno del expresidente residente en Bélgica y de visita en el país, que se había jactado de convocar a multitudes, pero que ahora solo parece convocar a unos cientos de desanimados, nada optimistas y muy alicaídos.
Ha pasado más de un mes de silencio de la Corte Constitucional pese a que el artículo 105 de la Ley de Garantías Jurisdiccionales establece que el organismo tendrá 20 días para calificar los pedidos de consulta popular y que en caso de que ese plazo no se cumpliera se entendería que el dictamen fue favorable. Es decir, Moreno tendría la atribución legal de emitir un decreto para que el Consejo Nacional Electoral convocara a la consulta.
El presidente de la Corte Constitucional ha llamado recién para el martes, un día antes del feriado del 6 de diciembre, al Pleno para conocer el proyecto de resolución sobre cinco de las siete preguntas preparado por la jueza ponente Tatiana Ordeñana, muy cercana al correísmo.
La dilatoria de la Corte Constitucional ha estado a tono con el reclamo del ex y de sus partidarios sobre una supuesta regresión de derechos por dos preguntas de la consulta planteada: el cese de las autoridades del llamado quinto poder que ha estado al servicio del correísmo, que le ha dado poder sobre toda la institucionalidad del Estado, y la eliminación de una aberración llamada reelección indefinida, una figura inventada por el chavismo para sostenerse en el poder. Una figura a la que ha recurrido Daniel Ortega en Nicaragua y ahora pretende hacer lo mismo Evo Morales en Bolivia, pese al pronunciamiento en contra de la población.
Este ansioso deseo del ex por volver al poder se ha dado en el marco del juicio contra el vicepresidente sin funciones Jorge Glas por asociación ilícita en la trama de sobornos montada por la constructora brasileña Odebrecht. Para el ex, Glas es un hombre honesto que ni ha robado ni ha dejado robar porque todo ha sido parte de un complot. Lamentablemente para el ex, esa figura del complot es un cliché demasiado usado y poco creíble ya sin todo el aparato de propaganda a su servicio con el cansino estribillo en off de mentira comprobada.
La gente reclamó en las calles su derecho a pronunciarse sobre el tema de la reelección indefinida que fue pasada por el oficialismo en la Asamblea como una simple enmienda a la Constitución, con la complicidad de una Corte Constitucional amoldada al correísmo.
En la coyuntura actual le va a resultar muy difícil a la Corte Constitucional recurrir a la retórica para negar el derecho de la población a pronunciarse en torno a un tema sobre el que siempre debió pronunciarse, porque ahí está el futuro de la democracia, de eso depende que el país no caiga en manos de un caudillismo que pretende colocarse una aureola mesiánica que nunca tuvo y no tiene, porque siempre gobernó para beneficio de unos pocos, de sus amigos, en perjuicio de las mayorías que sufrieron una década de atropellos, insultos, descalificaciones, persecuciones y miedos. Una década de institucionalizar el miedo como estrategia política para mantener lealtades.
Si son millones los que quieren que el ex siga eternamente en el poder, ¿por qué el miedo a las urnas? El ex bien podría quedarse unos días más para hacer campaña en la consulta mientras sigue adelante el juicio contra su hombre de confianza, contra el hombre más honesto del mundo, según su relato claro está. Un juicio en el que todavía queda mucha tela por cortar y muchas interrogantes por dilucidar.
Después de todo, el ex ha tenido amigos que le pueden pagar charters privados sin despeinarse y bien le podrían pagar una estadía más prolongada en el país para que hiciera campaña por el Sí o el No en la papeleta. Y el gobierno bien podría derogar el decreto ejecutivo que el ex firmó en sus últimos días para garantizarse guardaespaldas a costa de los dineros públicos. Igual, si tiene amigos que le pagan charters privados seguramente también le podrían pagar la cuenta de su seguridad personal.