Las tormentas dentro de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) ha dado que pensar a Venezuela y al mundo. El resultado de las elecciones regionales y la juramentación de cuatro de los cinco gobernadores ante la Asamblea Constituyente son hechos para mirarlos más allá, desde la raíz. Parece que en el país hay una descomposición de los partidos políticos que ratifica la teoría de una oposición nada seria.
Las elecciones regionales y otros hechos que han marcado duramente al país caribeño durante el 2017 son una lección para la alianza opositora y probablemente será una experiencia para organizar un reacomodo del liderazgo opositor. María Corina Machado puede hacer algo porque ella ha mantenido una posición de dignidad y coherencia en lo que dice.
¿El fin de la MUD? Preguntas sin respuesta para muchos venezolanos que, en el ambiente, solo respiran rabia y decepción, al límite de no creer ni en la MUD peor en el gobierno rojo de Nicolás Maduro que ha causado tanto daño. Los ciudadanos se sienten traicionados, abandonados y desconfían en quienes alguna vez depositaron su confianza.
La vieja cleptocracia política venezolana enfrentada a la nueva cleptocracia uniformada con tintes seudoideológicos, que está en el poder.
La causa y el efecto de las acciones de parte de la oposición son prueba de ello. Un día dicen que no van a ir a las elecciones porque no existen las garantías en el Consejo Nacional Electoral (CNE), pero concurren; otro día desconocen la Asamblea Constituyente y luego se arrodillan ante ella. Desaciertos que muestran como los viejos intereses han dado paso a la realidad actual: la vieja cleptocracia política venezolana enfrentada a la nueva cleptocracia uniformada con tintes seudoideológicos, que está en el poder.
El panorama de Venezuela es duro, pero no hay que caer en desconsuelos. La desesperación de un pueblo circula con lucha, no con la entrega al gobierno contra el que se combate. Por ello, particularmente no creo en los liderazgos individuales; son tan arrogantes, mentirosos y en el fondo dejan ver que solo defienden los intereses de ellos y de sus grupos políticos; liderazgos donde prima el individualismo y no el interés por resolver los problemas de los venezolanos.
Coyunturalmente pareciera que con la fractura de la oposición, el gobierno de Maduro logró cambiar el viento a su favor, pero este tipo de régimen no puede resistir mucho más porque en su esencia tiene el germen de su propia destrucción, porque atenta contra la libertad de un pueblo que la ama profundamente y que contribuyó a la libertad del continente.
Parece que la orfandad política que vive el país es el riesgo a correr para buscar el camino a la resurrección. Con eso por delante la única esperanza está en los jóvenes estudiantes. Entonces habrá que construir un partido nuevo para que no perder las esperanzas.
Aunque en el plano internacional reine la confusión y muchos se pregunten ¿cómo Maduro sigue con la mala calidad de su gobierno?, la realidad es que no se han dado cuenta de que existe un fraude escandaloso con un régimen que controla todos los organismos de elección y con una oposición absolutamente divorciada de su pueblo.
Parece que la orfandad política que vive el país es el riesgo a correr para buscar el camino a la resurrección. Con eso por delante la única esperanza está en los jóvenes estudiantes. Entonces habrá que construir un partido nuevo para que no perder las esperanzas.
Confió en que la gente joven dará un ejemplo sobre cómo tiene que darse la lucha. Los hijos buenos que quedan dentro tienen que dar la pelea nuevamente. La juventud venezolana debe surgir como un colectivo y rescatar el país. Y en el exilio deben organizarse. El mundo debe entender que Venezuela es un problema continental que no se puede desatender.
En el ámbito local, el gobierno de Ecuador hace rato debió pronunciarse contra la dictadura de Venezuela. Si el nuevo gobierno ama la libertad, entonces que lo evidencie en su política internacional.