La ciberpereza ha sido definida como el tiempo usado por una persona para ingresar a Internet a hacer cosas ajenas a sus ocupaciones, ya sea en el trabajo, estudio o familia. Estados Unidos, que es uno de los países que más Internet utiliza junto con Gran Bretaña tienen pérdidas económicas elevadas y disminución en la productividad debido al consumo de ancho de banda que implica. En Estados Unidos unos $85 mil millones al año impactan económicamente a las empresas por la tendencia de los trabajadores a usar las horas laborales en asuntos personales.
Las pérdidas económicas que deja este fenómeno del mundo digital, en el ámbito empresarial, se pueden cuantificar por las horas que los empleados dedican a estar en las redes sociales o a jugar en Internet. Si alguien tiene una empresa con 100 empleados y ellos usan diariamente un promedio de dos a tres horas en vagar por la web, que es el margen promedio, ese es rendimiento productivo que ha perdido la compañía.
Pero este fenómeno también se puede ver mucho en el ámbito académico, porque los estudiantes en lugar de atender la clase o hacer sus tareas dedican tiempo a sus smartphones para vagar por las redes sociales o jugar en el computador. Eso representa menos tiempo para aprender o estudiar.
En el caso de la empresa, las mayores pérdidas son las económicas, porque perder una o dos horas por empleado en un día le va a restar productividad. Una forma de solucionar eso ha sido la implementación de un software de vigilancia para monitorear las actividades en internet…
Lo mismo ocurre en la familia. Los jóvenes, sobre todo, en lugar de aprovechar el tiempo en casa para conversar o compartir usan esas horas para chatear con otras personas o simplemente mirar lo que han publicado los amigos, o dónde están o qué comparten.
En el caso de la empresa, las mayores pérdidas son las económicas, porque perder una o dos horas por empleado en un día le va a restar productividad. Una forma de solucionar eso ha sido la implementación de un software de vigilancia para monitorear las actividades en internet al interior de sus instalaciones. Otras han instalado proxys para bloquear redes sociales o páginas web. Ahora hay muchas empresas en las que los trabajadores no pueden ingresar ni a Twitter, ni a Facebook ni a Instagram ni a YouTube. Incluso hay instituciones que ya bloquean el acceso a WhatsApp, una de las herramientas más utilizadas para las comunicaciones diarias.
Ahora, entre el software de vigilancia y los proxys hay mucha diferencia. El proxy permite bloquear una red social o páginas web, que puede ser lo más adecuado, porque la empresa le dice a sus empleados no pueden usar Facebook y punto. Pero el software de vigilancia puede ser visto un poco como meterse en la vida privada de las personas. Aunque Google lo hace todos los días. Tiene un modelo de negocio que trabaja con el usuario-suscriptor-cliente, y analiza las 24 horas qué nos interesa, qué buscamos…
En el país todavía no hay una reflexión profunda sobre el impacto económico que puede acarrear la ciberpereza, algo que sí han hecho otros países. Quizás porque la hiperconectividad es diferente a la nuestra. En Ecuador es muy baja, no tenemos un ancho de banda adecuado.
A esto se suma la vigilancia tecnológica en las empresas para disminuir las pérdidas económicas y proteger su ancho de banda, extremos a veces peligrosos que pueden resultar contraproducentes, porque un negocio necesita espacios para motivar al personal. Por ejemplo, el Departamento de Recursos Humanos podría decir: durante 15 minutos en la mañana y 15 minutos en la tarde el acceso a la redes sociales se libera para que todos puedan revisar, si desean, sus asuntos personales.
La empresa tiene que buscar el espacio idóneo para conversar con su personal, para capacitarlo en cómo potenciar la información. Hay normas que se pueden seguir.
Eso va a depender mucho de cómo la empresa dialoga con su gente y planifica la jornada laboral. La empresa tiene que trabajar para motivar a su personal, porque no todo es negativo en las redes sociales e Internet. Hay cosas muy positivas y los Departamentos de Recursos Humanos deberían explotar las ventajas que ofrece y las cualidades y destrezas que tiene su personal para usar las redes sociales.
La empresa tiene que buscar el espacio idóneo para conversar con su personal, para capacitarlo en cómo potenciar la información. Hay normas que se pueden seguir. Como ahora todo en informática es programable, las redes sociales se puedan habilitar en la última hora de trabajo.
A ninguna empresa le conviene decir aquí no vamos a usar redes sociales o no vamos a tener acceso a Internet, cuando la red ahora es la herramienta número uno para trabajar. Ahí hacemos relaciones, por ahí nos comunicamos…
La Universidad, por ejemplo, tiene en Internet una aliada. Sin redes cómo nos comunicamos con nuestros pares académicos, con nuestros estudiantes; cómo interactuamos con nuestros alumnos. La Internet es una herramienta clave, pero hay que orientar a la gente que trabaja con nosotros para explotar las ventajas que ofrece.
Es el mayor reto que plantea la tecnología al mundo contemporáneo, en los ámbitos académico, económico, en las empresas públicas y privadas. Es un mito eso de que las redes sociales y la Internet son para pasar el tiempo, para la gente que no tiene nada más que hacer. Es un mito eso de que la red es el espacio para cualquier persona y que la gente seria trabaja en la oficina. No es así. Ahora hay mucha gente trabajando desde su casa. Los periodistas envían sus notas por Internet, contactan a sus fuentes por Internet, entrevistan por Skype, etc.
Lo mismo ocurre en educación. No se puede negar el uso de las redes sociales. No son un espacio de ocio. Hay que potenciar su uso, porque también las redes tienen sus riesgos.
Hay estadísticas que ya muestran el nivel de adicción a los smartphones y tablets. Hay algunas escuelas y colegios que prohíben el uso de los móviles; otros no han llegado a controlar eso. Pero también instituciones educativas que sacan provecho de esa tecnología…
En el país, al menos, ya comienzan a desarrollarse estudios sobre cómo mucha gente se ha acostumbrado a estar hiperconectado las 24 horas del día y cómo pierde el contacto social. Los jóvenes ahora parecen estar conectados solo a través de WhatsApp y ya no van a eventos culturales, académicos, ni visitan los teatros, plazas. En el mundo se calcula que hay 176 millones de personas que pasan conectadas las 24 horas del día, los siete días de la semana.
De ahí la importancia de la academia y el hogar. La primera educación que reciben los niños es en la familia y si esta permanece conectada siempre, ese niño no podrá distinguir entre las cosas positivas y negativas de la tecnología.
Hay estadísticas que ya muestran el nivel de adicción a los smartphones y tablets. Hay algunas escuelas y colegios que prohíben el uso de los móviles; otros no han llegado a controlar eso. Pero también instituciones educativas que sacan provecho de esa tecnología para educar a la generación que más conectada está y más Internet consume en el día.
En estas escuelas utilizan Twitter para enseñar al estudiante a redactar, a poner en 140 caracteres lo más importante de un tema. Hay un uso de las redes más allá de lo social. Facebook es una herramienta ideal para poder conectar, ver qué están haciendo otros jóvenes en el mundo, en qué redes sociales están, qué teóricos leen, a qué eventos asisten…
Hay mucha gente que considera muy superficiales a los Youtubers, pero ahí los jóvenes aprenden mucho. La clave está en educar para potenciar su uso. Hay que incluir estas herramientas en la academia, en la empresa y saber sacar las ventajas que ofrece.