Para las autoridades públicas que estaban acostumbradas a medrar de los dineros públicos. La Presidencia de la República finalmente hizo conocer un Decreto de Austeridad con 31 puntos que puso límites al uso de los recursos del Estado, que son de todos los ecuatorianos. Son señales, signos de que el Gobierno intenta hacer bien las cosas para dar un giro de timón a la economía, según el análisis de Guillermo Granja, académico de la Universidad Ecotec.
El Decreto se conoció horas después de que la dirigencia del movimiento oficialista publicara un comunicado en el que hiciera una serie de reclamos al Gobierno como si viviera ajena a la realidad del país. No a esto, no a lo otro, no a la eliminación de impuestos engordados año tras año en la década pasada… Impuestos que financiaban las sirenas de los vehículos oficiales que ahora estarán limitadas, o los smartphones o los viajes para estrechar lazos con Belarús…
El Decreto de Austeridad se convirtió en una buena noticia para un país con millones de familias que viven todos los días en austeridad, porque las empresas cerraron, porque no hay empleo, porque los precios subieron por una errada política económica que quería centrar todo en el Estado con el argumento de que el Estado era el bueno, porque el que lo guiaba, el expresidente, era bueno y magnánimo, y las personas, los ciudadanos de a pie, necesitan de su guía.
Y que para guiarles ese expresidente necesitaba aviones, helicópteros, carros blindados, caravanas de seguridad, opíparas comidas, camionetas cuatro por cuatro para cargar sus bicicletas, homenajes, doctorados honoris causa, viajes sin la vergonzosa necesidad de pasar por los filtros de control del aeropuerto, como hacen todos los ciudadanos de a pie.
Y mientras tanto el huracán Irma sigue dejando destrucción y desolación. Y nuevos huracanes se van formando porque la humanidad alguna vez decidió permitir que haya una sola persona que usara los recursos de millones de personas para satisfacer sus vanidades personales. Y sus fantasías de creerse dioses. Kim Jong-un sigue con el cuento de su bomba H. Nicolás Maduro sigue con el sueño de reinar hasta su muerte en Venezuela como lo hiciera Hugo Chávez, para después heredar el trono a su hijo o su esposa.
De una u otra forma, eso ha contribuido a la depredación del planeta y del ser humano como tal.