El huracán Irma deja siete millones de usuarios sin luz en Florida. Carreteras y aeropuertos cerrados, comunicaciones cortadas, problemas de suministro. La gigantesca tormenta causó inmensos daños en la península. Miami fue durante una noche una ciudad fantasma. Pasado el huracán, bajo el toque de queda, las calles de esta urbe de 5,3 millones de habitantes quedaron vacías, reseña El País. Pequeña Habana y Ocean Drive, los coloridos iconos de su vitalidad, eran espacios quietos.
Fue al amanecer cuando la ciudad intentó su vuelta la vida normal, luego de que el monstruo meteorológico se había transformado en una tormenta tropical que avanzaba desfalleciente por el norte, hacia Georgia. La gente, ya sin amenaza, se animó a salir poco a poco.
Los comercios estaban casi todos cerrados, no había transporte público, y la luz y el teléfono no funcionaban en amplias zonas. Pero muchos, hartos de estar encerrados desde el sábado, querían respirar y ver el sol. Otros simplemente estaban desinformados y buscaban respuestas.
La gran tragedia había pasado de largo en Miami. Y también de Florida. Aunque los daños resultaron inmensos, muchos pronósticos fueron más allá que la realidad.
Irma se había anunciado como un azote cargado de muerte. Nacido a finales de agosto en las costas de África, el huracán había devastado el Caribe antes de enfilar a Florida.
A su paso por las Islas Vírgenes, San Martín, Barbados y Cuba segó 37 vidas y destruyó largas áreas costeras. Con categoría 5 se mostraba como el más poderoso registrado nunca en la zona. Pero en su camino hacia Florida perdió fuerza. El golpe, aún así, fue tremendo.
A lo largo de 24 horas congeló la vida en Florida, el cuarto estado más poblado de EEUU. Por momentos, se temió lo peor. Hubo cuatro muertos por accidente de tráfico, y las imágenes de olas desbocadas y casas sumergidas hicieron pensar en una catástrofe. Pero la movilización emprendida por las autoridades, que habían ordenado preventivamente la evacuación de seis millones de personas y abierto casi 400 refugios, minimizó el efecto de Irma.
El mazazo, con todo, dejó un mundo por reconstruir. Carreteras, urbanizaciones, tendidos eléctricos, comunicaciones… Los Cayos, el idílico archipiélago sureño, sufrió graves pérdidas por las inundaciones. Tal era su deterioro que su acceso fue cortado ayer, como también lo estaba al cierre de esta edición la entrada a la isla de Miami Beach.
Florida, golpeada pero no tumbada, debe ahora afrontar una titánica tarea. “Necesitaremos tiempo para que las víctimas de Irma puedan volver casa. Ha habido muchos daños. Las líneas eléctricas están afectadas en todo el Estado; tenemos muchas carreteras inutilizadas. Pedimos paciencia a todos los afectados. Lo lograremos con tiempo”, afirmó el dinámico gobernador Rick Scott.
Los cálculos de las aseguradoras dan cifra a esta reconstrucción. Los daños oscilan entre $20.000 millones y $50.000 millones, según las evaluaciones de Citi y AIR Worldwide, firmas especializadas en catástrofes. Son números altos, pero inferiores a las que se llegaron a barajar antes del paso del huracán. Entonces se habló de hasta $100.000 millones.