La cerámica de la cultura Valdivia es la más antigua del continente americano y surgió de la inventiva de sus habitantes. Así lo han confirmado distintas investigaciones arqueológicas realizadas a lo largo del último medio siglo en esta zona de la provincia de Santa Elena.
Ubicado en Chanduy, una de las seis parroquias rurales que integran esta provincia de inmensas playas bañadas por el Océano Pacífico, el complejo cultural Real Alto es el yacimiento más afamado de la cultura Valdivia. La estructura fue descubierta en 1971 por un equipo encabezado por el autor de este artículo y los trabajos de excavación empezaron luego de tres años conjuntamente con un grupo de estudiantes y profesores de la Universidad de Illinois (EEUU).
Por definición, la arqueología es la ciencia que estudia, describe e interpreta las civilizaciones antiguas a través de los monumentos, las obras de arte, los restos de viviendas, los utensilios y los documentos que de ellas se han conservado hasta la actualidad. En consecuencia, las investigaciones nunca tienen un punto final.
Desde el comienzo de los tiempos, en el mundo se desarrollaron diferentes culturas, en distintas etapas hasta llegar a nuestra época. La explicación de lo que somos está en la búsqueda del pasado, la reconstrucción de las obras y la recreación de las costumbres o modos de vida de quienes nos antecedieron.
Los restos de la cerámica elaborada por las personas de la cultura Valdivia dieron lugar a varias teorías sobre su origen. La principal señalaba que hubo una conexión transpacífica con la cultura Jomôn, que tuvo su desarrollo en lo que hoy es el Japón.
Esta presunción así como otras hipótesis sobre la coexistencia con la cultura San Pedro y la relación de Valdivia con la del periodo Arcaico conocida como Vegas fueron dilucidadas con las excavaciones realizadas durante 2014 por un equipo conformado por arqueólogos de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (ESPOL) y de la Universidad Federal del Extremo Oriente de Rusia (FEFU).
Desde las primeras exploraciones efectuadas en el sitio en Real Alto era evidente que no tenía sustento alguno aquella teoría de que pobladores llegados desde Japón habían traído consigo y enseñado a los nativos de Valdivia las técnicas de la alfarería.
Esa hipótesis se fundamentaba en el hecho de que ciertos elementos decorativos de las vasijas de cerámica encontradas donde se desarrollaron los dos asentamientos, esto es, tanto en Jomôn como en Valdivia, presentaban ciertas semejanzas, aunque sus formas eran diferentes.
Los decorados de los cuencos de cerámica producidos durante el periodo Formativo Temprano (Neolítico), descubiertos en distintos lugares del mundo, mostraban representaciones de hebras entretejidas. Esto se explicaba porque antes del surgimiento de la alfarería, los cestos eran elaborados con paja. Luego, al conocer la cerámica, los primitivos no hicieron otra cosa que retratar las cestas de palma en los objetos de arcilla. Igual sucedió con los mates decorados y las vasijas de cuero.
En el caso de Valdivia, los hallazgos han dejado sin piso la teoría de que los diseños ornamentales de sus piezas hayan sido copiados de la cultura Jomôn. Por el contrario, los vestigios sustentan poderosamente la certidumbre de que las obras surgieron de inspiración autóctona, tuvieron mérito propio.
En 2013, el Centro de Estudios Arqueológicos y Antropológicos (CEAA) de la ESPOL realizó nuevas investigaciones en Real Alto, con el propósito de completar la información recabada durante las distintas expediciones sobre los modos de vida y de producción de las sociedades tempranas precolombinas.
La tarea llamó la atención de los arqueólogos Andrei Tabarev y Aleksander Popov, docentes-investigadores del Museo Etnográfico de Novosibirsk, el primero, y de la Universidad Federal del Extremo Oriente de Rusia, el segundo. Así nació el primer proyecto de excavaciones realizado en América del Sur, entre arqueólogos ecuatorianos y rusos. Por ello se firmó un convenio entre ambas universidades y Centros de Investigación.
Las nuevas excavaciones corroboraron que la cerámica de la cultura Valdivia es nativa, autóctona, vernácula, pues afloró de la inventiva de la gente que habitó la costa ecuatoriana por un periodo de, al menos, 4.000 años. Así quedó comprobado que los vestigios encontrados en Real Alto no tienen conexión alguna con la alfarería de la cultura Jomôn.
Luego de validar la primera hipótesis, al cavar en un nivel más profundo, los trabajos mostraron que la cultura San Pedro compartió el mismo horizonte que la fase Valdivia inicial o sea la fase Valdivia 1A. Ninguna de estas culturas fue anterior a la otra, ambas coexistieron, trabajaron la cerámica, fueron contemporáneas.
Además, estas civilizaciones se interrelacionaron. Los hallazgos evidencian que hubo vínculos entre los dos pueblos, sobre todo durante los ciclos de solsticio y en los periodos de equinoccio. La alfarería de San Pedro presenta tonalidades grises oscuras, en tanto la de Valdivia exhibe tonos de color rosa brillante.
Después de revalidar esta teoría, las exploraciones penetraron a un nivel más hondo, donde desaparecían los vestigios de cerámica. En cambio, emergía cualquier cantidad de objetos elaborados en piedra pulida y piedra tallada.
El hallazgo mostró que antes de la Cultura Valdivia, en la actual provincia de Santa Elena, se desarrollaron los asentamientos pre-cerámicos que conocemos como Vega, en la zona donde ahora se encuentra el museo de los Amantes de Sumpa. La presencia de restos de pequeños poblados característicos de Vegas cerró un ciclo de 1.500 años que la separaba de la cultura Valdivia Temprano.
Las investigaciones mostraron que los grupos pretribales Vega fabricaron objetos de piedra tallada y también empezaron a trabajar la piedra pulida. Esta cultura perduró alrededor de 5.400 años con una diferencia de apenas 50 años con el inicio de la cultura Valdivia Temprano.
Durante el último milenio de Vegas, las personas comenzaron a cultivar ciertas plantas como el zapallo, la yuca y el maíz; en el horizonte con la cultura Valdivia se encuentran otros sembríos como platanillo y calabaza.
Mientras declinaba la cultura Vega, empezaba a surgir la cultura Valdivia. Con ella floreció, hace unos 4.000 años, lo que podría llamarse la “primera revolución neolítica”. En esta etapa se registra la transformación del antiguo asentamiento agrícola en centro urbano.
En el sitio Real Alto, la antigua aldea agrícola dio paso a la urbe con plazas, montículos ceremoniales, casas, edificaciones religiosas y plazas para las reuniones de las personas. En esta época se afianza la actividad agrícola y se intensifica la elaboración de piezas de cerámica y los tejidos con algodón.
Los valdivianos fueron seguidos por las culturas Formativas: media la Machalilla y y tardía Chorrera, cuyos artesanos mejoraron el trabajo en cerámica y expresaron otros conceptos a través de sus figuras especialmente las que representaban la naturaleza.
A su vez, la cultura Machalilla dio paso a fuertes innovaciones en el trabajo de la cerámica, cuyo distintivo era la botella con asa en forma de estribo, aunque sus figuras tienen menor calidad estética que la cerámica valdiviana. Los Chorrera se inspiraron en el medioambiente: sus vasijas representaban frutos y animales, algunos adornados con plaquitas y collares, lo cual demuestra que mascotizaron a muchas de las especies de animales que cazaban.
Durante el periodo que siguió al Formativo, y que se conoce como de los Desarrollos Regionales, artesanos y artesanas elaboraron figuras que simbolizaban a las personas y sus ocupaciones, por ejemplo los guerreros.
El presente solo se comprende luego de entender cómo fue el modo de vida de las personas que vivieron en las distintas épocas pasadas. La importancia de asimilar esta realidad no se encuentra en los objetos que fabricaron sino en conocer cómo vivieron, cómo reprodujeron su sociedad, cómo fueron cambiando y cómo se desarrollaron de cara al futuro.
Los restos encontrados en Valdivia, en diferentes expediciones arqueológicas, demuestran que -sin lugar a dudas- su cerámica no solo es la más antigua del Ecuador sino del continente americano. Esto la convierte en la cuna de la civilización de estas tierras.
Dentro de pocas semanas, en octubre, volverán los arqueólogos rusos. Con ellos, la ESPOL iniciará una nueva etapa de excavaciones en Real Alto. Para generar nuevas hipótesis y nuevas validaciones. A tal efecto a partir del 3 de noviembre, durante tres días, se llevará adelante un taller internacional. En el evento, especialistas en la arqueología del Neotrópico discutirán estos nuevos datos.