Fue Charlottesville, luego Barcelona. También está Rusia. ¿Por qué? Es una pregunta difícil de responder desde la lógica, desde los argumentos racionales. Hay muchas explicaciones que se intentan. Y todas válidas. Los violentos, desde sus actitudes, tratan de imponer a la sociedad una forma de miedo y la sociedad no se deja. Ese es su mejor valor. Por eso los terroristas vuelven una y otra vez sobre ese miedo.
El terrorismo tiene un caldo de cultivo difícil de entender. América Latina lo ha vivido. Ecuador también, aquí a la vuelta de la esquina con Sendero Luminoso o las FARC.
El terror da tanto miedo que la única alternativa es no tenerle miedo. Contra ellos, por las víctimas. Por la humanidad.
Hay que salir y gritar: No tenemos miedo, como en Barcelona. Como en Charlottesville.
El miedo no es posible.