La crisis política desatada a raíz del escándalo de corrupción que ha derivado en el retiro de las funciones asignadas al vicepresidente Jorge Glas, por parte del presidente Lenín Moreno, no contribuye a resolver la complicada situación económica que atraviesa el país, aunque era imposible evitar el desenlace.
Esta misma semana, el mandatario confirmaba una certeza que fue advertida hace mucho tiempo: el gobierno anterior manejó los recursos públicos con absoluta falta de moderación durante la época de mayores ingresos por los altos precios del petróleo, al extremo de que -hoy por hoy- la deuda bordea los $57 mil millones.
La inversión extranjera y la repatriación de capitales, anunciadas como parte de un conjunto de estrategias para encarar la recesión, requieren de un ambiente estable, con reglas e incentivos claros. De ahí que se torna imperativo poner fin a esta reyerta lo antes posible, porque perjudica la imagen del país frente a la comunidad internacional.
No obstante, en medio de lo pernicioso de la situación, constituye una buena señal la disposición del actual presidente para combatir la corrupción. Sorprende que mucha gente se rasgue las vestiduras cuando varias denuncias de corrupción que se ventilan estos días ya salieron a la luz tiempo atrás, pero en anteriores esferas oficiales se negaba, se tapaba, se enjuiciaba y pedía prisión para quienes osaban denunciar.
Una parte del legajo de hechos corruptos se confirmó con las investigaciones internacionales de periodistas que sacaron a la luz los llamados Papeles de Panamá; luego se refrendó con el escándalo de los sobornos entregados por Odebrecht a funcionarios de varios gobiernos de la región, a cambio de jugosos contratos.
Moreno ha dicho que su lealtad es con los ciudadanos, con la patria. Es grato escucharlo porque la lucha contra la corrupción no implica proteger a los coidearios. Esta posición tendría que ser compartida por Asamblea Nacional, que debe cumplir su tarea fiscalizadora en lugar de recurrir a la mayoría del voto para cerrar filas en favor de algún funcionario acusado de corrupción.
En este caso, ojalá que Alianza País se purifique. Hace poco, el presidente de la República, que al mismo tiempo ejerce la presidencia de su partido, advirtió a la militancia que la puerta se encuentra abierta para que salgan los inconformes.
Las cosas se han precipitado de tal manera que ya era imposible ocultar la putrefacción. La Fiscalía ha tenido que iniciar investigaciones, no obstante el caso Odebrecht solo es una parte de todo lo sucedido. Ahora mismo el fiscal ha abierto una indagación previa por irregularidades en la adjudicación de un contrato petrolero, la cual involucra al vicepresidente Jorge Glas, y varios exfuncionarios de ese sector. Habrá que ver qué pasó en la contratación de las hidroeléctricas.
Indudablemente, el retiro de las funciones otorgadas al vicepresidente causa un terremoto político al interior del partido de gobierno, aunque la fractura empezó a evidenciarse a los pocos días de la investidura de Moreno como presidente. Así fue como, en parte por necesidad o tal vez por convicción ideológica, se mostró proclive a buscar alianzas con otros sectores.
Lo ocurrido con el vicepresidente deja ver que la estrategia le ha funcionado a Moreno; caso contrario habría sido un suicidio político poner a Glas en la “congeladora”, sin contar con el respaldo de parte de su propio movimiento y el apoyo de otros sectores.
En lo personal, no soy partidario de la ruptura al interior de los partidos puesto que una democracia funciona mejor con estructuras partidarias sólidas, robustas. En este caso, ojalá que Alianza País se purifique. Hace poco, el presidente de la República, que al mismo tiempo ejerce la presidencia de su partido, advirtió a la militancia que la puerta se encuentra abierta para que salgan los inconformes.
La crisis obliga a mantener los canales de diálogo con todos los sectores y llamar a una gran unidad nacional para enfrentarla, por ahora es urgente trazar una hoja de ruta que permita encarar el desempleo. No queremos seguir lamentando que los jóvenes de los cinturones de pobreza de las grandes ciudades encuentren la ocasión de hacer plata fácil en el perverso negocio de la letal droga H.
El vicepresidente debería mostrar un poco de dignidad y presentar la renuncia, pero se aferra al cargo, a pesar de haber perdido legitimidad. Por ello, es hora de pasar a la acción como así lo ha entendido un grupo de ciudadanos guayaquileños que se ha impuesto la tarea de recoger firmas para impulsar su renuncia. Igual, para pedir una consulta popular que eche por tierra la reelección indefinida a partir de 2021.
En esta suerte de telenovela de mala factura, a la oposición le ha tocado un rol de bajo perfil. En su papel de observadores de lo que ocurre en el interior de Alianza País, no faltarán quienes recurran al dicho popular “No hay peor cuña que la del mismo palo”. El refrán calza a la perfección.