Donald Trump compareció ante la prensa en Nueva York y recuperó su postura equidistante entre los movimientos supremacistas blancos y las protestas antirracistas al afirmar que los disturbios del pasado sábado en Charlottesville (Virginia), a raíz de una marcha de grupos de ultraderecha (con neonazis y Ku Klux Klan incluidos), fueron culpa de ambos bandos. “Había gente mala en un lado y también muy violenta en el otro”, insistió.
Un alud de críticas habían caído sobre Trump a raíz de su tibia respuesta del sábado, cuando condenó la violencia “de muchas partes”. El lunes corrigió sus palabras y rechazó a los grupos extremistas explícitamente. Pero, fiel a su carácter voluble e imprevisible, este martes provocó otro incendio. Lo hizo en el vestíbulo de la Torre Trump, durante un encuentro muy bronco con los medios de comunicación, a los que acusó de nuevo de mentir.
“He condenado a los neonazis, he condenado a muchos grupos. Pero no toda esa gente eran neonazis, o supremacistas blancos, ni mucho menos”, dijo. Uno de los que marcharon era David Duke, exlíder del Ku Klux Klan, quien agradeció las últimas palabras del republicano. “Gracias, presidente, por su sinceridad y su coraje para decir la verdad sobre Charlottesville y condenar a los terroristas izquierdistas en BLM/Antifa (en referencia al movimiento Black lives matter y antifascista)”
Trump defendió el derecho a movilizarse contra la retirada de los símbolos de la América confederada, que para muchos es un homenaje esclavista que eliminar y, para otros, un pedazo de historia del que no avergonzarse. El viernes por la noche, grupos de ultraderecha se manifestaron con antorchas para protestar por la retirada de una estatua de Robert E. Lee, general del Ejército Confederado durante la Guerra Civil. Lee fue quien rindió las tropas sudistas ante el general Ulysses S. Grant en 1865, poniendo fin así a la Guerra de Secesión.
“George Washington era dueños de esclavos, ¿vamos a retirar sus estatuas?”, preguntó Trump retóricamente a los periodistas allí presentes. “Entonces quitamos la de Jefferson a la semana siguiente”, continuó.
“Fue un momento horrible para nuestro país, pero hay dos lados en esta historia”, no paraba de repetir el presidente. Una mujer de 32 años murió y otras 19 personas resultaron heridas al ser embestidas por un vehículo el sábado en Charlottesville, en medio de las protestas. El auto iba conducido por un joven de simpatías neonazis, supuestamente participarte en esas marchas del fin de semana. Antes del atropello, que la policía consideró intencionado, el enfrentamiento entre los supremacistas y la contramanifestación antirracista había derivado en fuertes disturbios.
Durante su comparecencia, este martes, Trump justificó sus palabras de aquella tarde, cuando no mencionó a los racistas, los neonazis o el KKK y simplemente culpó de lo sucedido a la violencia y el odio de “muchas partes”. Justificó que no quería hacer una declaración apresurada sin tener toda la información.
La equidistancia de Trump, su incomodidad en la condena, se explica en buena parte por el apoyo que grupos de ultraderecha, fascinados por su vertiente nacionalista, le han brindado desde su campaña electoral. Muchos de estos activistas se enmarcan en la llamada alt right (o derecha alternativa), una forma de referirse a la extrema derecha. Trump acuñó otro concepto: “¿Y qué hay de la alt-left (izquierda alternativa)?”.
Según El País, insinuó también que podría deshacerse de su jefe de estrategia, Steve Bannon, un conocido agitador de la extrema derecha a quien muchos le atribuyen las ideas más incendiarias del presidente. Trump le alabó y acto seguido dijo: “Veremos qué pasa con el señor Bannon”. Un mensaje fiel a su estilo.
Importantes republicanos, que ya criticaron a Trump durante el fin de semana, volvieron este martes a pronunciarse. El senador de Florida Marco Rubio lo hizo en una retahíla de mensajes en Twitter. “Señor presidente, no puede permitir de los supremacistas blancos compartan solo parte de la culpa. Ellos apoyan una idea que causa mucho daño a la nación y al mundo”. El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, fue en un sentido similar: “Debemos ser claros. La supremacía blanco es repulsiva. La intolerancia va contra de todo lo que defiende este país. No puede haber ambigüedad”.
La Federación Estadounidense del Trabajo (AFL-CIO), la mayor central obrera de Estados Unidos, anunció que abandona el consejo de empresarios creado por Donald Trump como gesto de repulsa hacia la ambigua respuesta del presidente al asesinato de la manifestante antifascista Heather Heyer.